INTRODUCCIÓN

El espasmo muscular y el consiguiente dolor son acompañantes comunes de muchas afecciones que van desde un traumatismo muscular directo hasta un trastorno neurológico. Cuando el espasmo muscular y el dolor están presentes por sí solos, el uso adecuado de medicamentos relajantes y antiinflamatorios puede ser curativo. Por el contrario, cuando el espasmo muscular es precipitado por otras afecciones, a menos que éstas sean tratadas, la medicación relajante muscular paliará, en el mejor de los casos, y no curará, el espasmo y el dolor muscular.

En este capítulo, consideramos la gama disponible de fármacos relajantes musculares y cómo pueden utilizarse para lograr resultados óptimos. Es importante en una primera fase establecer un contraste entre los relajantes musculares utilizados para aliviar el espasmo muscular y los utilizados en la práctica de la anestesiología que inducen una parálisis completa y reversible de los músculos y cuyo uso sería fatal en ausencia de ventilación mecánica de los pulmones. Nos centramos en aquellos fármacos utilizados para reducir el espasmo muscular, ya sea por acción directa sobre el músculo, actuando sobre la inervación neural del músculo o actuando sobre los mecanismos neurales centrales que controlan la función muscular pero que no paralizan el músculo.

La presencia de espasmo y dolor muscular se sugiere por la presencia de aumentos palpables del tono muscular sobre grupos musculares definidos. El estiramiento de estos músculos puede exacerbar el dolor y, de forma similar, hacer que estos músculos se contraigan contra la resistencia también puede aumentar el dolor. El espasmo muscular puede ser constante o intermitente; en este último caso, hay que distinguir entre el espasmo muscular doloroso y el dolor lancinante asociado al dolor neuropático. Otros factores que sugieren la existencia de un espasmo muscular son que suele reducirse con la aplicación de calor, que se irradia en una dirección que no se observa en el dolor radicular, que el músculo puede «aflojarse» con el ejercicio y que está presente el dolor entético (es decir, el dolor que surge de las zonas en las que el músculo se adhiere al hueso). Dado que el espasmo muscular puede ser intermitente, la espasticidad muscular durante las fases sin espasmo puede sugerir la presencia de dolor entético en ausencia de espasmo. Cuando el espasmo muscular está presente, los pacientes suelen quejarse de pesadez y debilidad en la zona del espasmo. El movimiento normal de las articulaciones se basa en la acción coordinada de grupos musculares que actúan y contrarrestan los efectos de los demás. Si un músculo, o grupo de músculos, funciona mal, la acción desequilibrada de los músculos circundantes puede reducir la función y ser percibida por el paciente como debilidad.

Cuando el espasmo muscular se localiza en grupos musculares concretos, pueden observarse síndromes clínicos bien definidos. Por ejemplo, el espasmo de los músculos paracervicales da lugar a la tortícolis, mientras que el espasmo del músculo piriforme puede dar lugar al denominado síndrome del piriforme, que incluye el empeoramiento del dolor en la rotación interna de la cadera, durante la defecación y como resultado de la presión sobre la muesca ciática, y se confirma por el espasmo palpable del músculo piriforme en el tacto rectal

Si bien los fármacos relajantes musculares pueden tener efectos útiles en pacientes con espasmo muscular, sus efectos pueden verse potenciados por la coprescripción de otros agentes. Por ejemplo, el espasmo muscular suele ir acompañado de inflamación. Los relajantes musculares no tienen efectos antiinflamatorios y, por tanto, el uso de un antiinflamatorio no esteroideo (AINE) puede complementar los efectos de los fármacos relajantes musculares. Por el contrario, cualquier efecto relajante muscular de un AINE es mínimo, y la adición de un relajante muscular a un AINE puede potenciar el efecto del AINE cuando hay espasmo muscular.

Menos definido está el uso de fármacos relajantes musculares en presencia de dolor neuropático. El espasmo muscular puede ciertamente acompañar al dolor neuropático, produciéndose el espasmo como un reflejo protector alrededor de la zona donde se siente el dolor neuropático. Es de esperar que un fármaco relajante muscular ayude en esta situación. Pero, ¿qué ocurre si el espasmo muscular es el resultado de una irritación neural de un nervio motor? ¿Es lógico utilizar un fármaco relajante muscular o sería mejor utilizar un fármaco antiepiléptico o algún otro agente que uno utilizaría si esa irritación neural causara dolor?

Al considerar los fármacos relajantes musculares individuales, uno se ve obstaculizado por la falta de estudios clínicos que examinen la eficacia. Por lo tanto, la comprensión de la utilidad potencial de estos fármacos se basa en pruebas anecdóticas, aunque sean pruebas anecdóticas basadas en una experiencia clínica considerable.

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