Situada en el rincón más oriental de Honduras y el extremo norte de Nicaragua, la densa selva tropical de La Mosquitia es uno de los mayores bosques tropicales de Centroamérica y -hasta hace poco- uno de los últimos lugares explorados científicamente en la Tierra. En 2013, los arqueólogos que utilizaron la tecnología de mapeo LIDAR (detección y alcance de luz) desenterraron los restos de una antigua «ciudad perdida» enterrada en sus profundidades.

Desde entonces, los investigadores han estado estudiando esta densa selva, buscando no solo más restos de la antigua ciudad mesoamericana, sino también recorriendo su terreno virgen en busca de vida silvestre. Lo que han encontrado recientemente ha sido mayor de lo que habían previsto: un rico ecosistema repleto de cientos de especies de fauna y flora, algunas de las cuales se creían extinguidas.

En 2017, dirigido por el Programa de Evaluación Rápida de Conservación Internacional en colaboración con el Gobierno de Honduras, un equipo de biólogos pasó dos semanas en la selva investigando y catalogando las numerosas especies raras y en peligro de extinción que han encontrado en la cuenca del río Plátano, que atraviesa la selva, el entorno perfecto para prosperar. Los hallazgos en La Mosquitia incluyen 22 especies de plantas y animales que nunca antes se habían registrado en Honduras y tres especies de animales que se creía que habían desaparecido del país: el murciélago de cara pálida, la falsa serpiente coral arbórea y un escarabajo tigre que sólo se había visto en Nicaragua y que se presumía extinto.

En total, los investigadores documentaron cientos de especies de plantas, mariposas y polillas, aves, anfibios, reptiles, peces y mamíferos -con gran presencia de felinos, como jaguares, pumas, ocelotes, jaguarundis y tigrillos- que viven en la selva.

La principal explicación de tal diversidad es que la zona permaneció prácticamente intacta por el ser humano durante siglos, después de que los antepasados de las comunidades indígenas que ahora viven en la región abandonaran inexplicablemente la antigua ciudad que allí se encontraba.

La selva de 865.000 acres está cubierta en su mayor parte por densos árboles de entre 25 y 35 metros de altura, con algunos que incluso alcanzan los 50 metros, y como tal, no es fácilmente accesible. Los investigadores han tenido que volar en helicóptero y estar protegidos por soldados armados; el follaje es tan espeso que tuvieron que abrirse paso con machetes. La zona también comprende la Reserva de la Biosfera del Río Plátano, la mayor área protegida de Honduras y Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Además de albergar tanta fauna y flora, La Mosquitia es un importante absorbente de gases de efecto invernadero. Sin embargo, la región se ha visto amenazada por el tráfico de animales y la deforestación: el 90% de los daños en la selva son causados por la ganadería ilegal, que también está fuertemente impulsada por el tráfico de drogas en la región.

En un esfuerzo por preservar la zona, la selva tropical está ahora parcialmente vigilada y patrullada por los militares hondureños. En 2018, el gobierno lanzó un programa para proteger tanto la selva como los restos de la antigua ciudad, que permanecieron intactos y sin explotar durante generaciones, algo poco común para cualquier sitio histórico en América Central.

(Vídeos de Elizabeth Pustinger; texto de Luana Harumi)

Este vídeo forma parte de la lista de reproducción World of Wonder de BBC Reel.

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