Pues no lo son! Pero imaginemos que lo son por un momento. Así es como funciona:

La gravedad tira uniformemente en todas las direcciones espaciales (todo lo demás es igual). Cuanta más materia atraiga un planeta en formación, más fuerte será la atracción gravitatoria hacia su centro. Una esfera es el resultado natural de esta situación; las desviaciones de la redondez deben reunir las fuerzas no gravitatorias para resistir la fuerza de la gravedad que tira hacia abajo. (Las pequeñas desviaciones, desde las montañas hasta tu propio cuerpo, hacen esto.)

Sin embargo, la historia no es tan simple. Las leyes del movimiento de Newton establecen que un cuerpo en movimiento tiende a seguir moviéndose, y la materia en el ecuador de un planeta puede estar girando con suficiente velocidad como para crear una protuberancia hacia afuera (la Tierra también tiene una). Así que los planetas no son perfectamente redondos, después de todo. Su «redondez» depende de la masa, el tamaño y la velocidad de rotación. Los científicos pueden deducir fácilmente la masa de un planeta si tiene un satélite (por ejemplo, una luna) aplicando las leyes de Newton a la órbita de la luna para obtener una sencilla ecuación que relaciona la masa del planeta con la velocidad del satélite.

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