Muchos padres se enfadan, sobre todo entre ellos. Pero tenga cuidado, su enfado puede tener grandes efectos en la personalidad y el comportamiento de su hijo.
Por lo general, hay una razón para el mal comportamiento de un niño. Puede ser un problema en el colegio, como el acoso escolar o la preocupación por un próximo examen, o quizás la infelicidad por el nacimiento de un nuevo hermano. Pero a veces la razón puede ser que los padres del niño no pueden controlar su propia ira y frustración.
Si su relación de pareja no es saludable, es demasiado fácil dejar que afecte a su actitud hacia sus hijos. En un momento en el que no quiere hacer nada más que aislarse del mundo e intentar solucionar sus problemas, tiene que cuidar de niños pequeños que le necesitan todo el día para satisfacer sus necesidades prácticas y emocionales.
Su enfado afecta a su forma de ser padre. Afecta a la forma de hablar y disciplinar a tus hijos. Si no estáis de acuerdo en los asuntos familiares, entonces no estáis presentando un frente unido cuando se trata de la disciplina. Es posible que caigan en la rutina del «policía bueno, policía malo», en la que uno de ustedes se convierte en un sargento instructor y el otro deja de lado la disciplina. ¿Cómo reaccionan tus hijos? Se confunden. No saben dónde están los límites cuando mamá dice que sí, pero papá dice que no. Puede que incluso intenten enfrentaros el uno al otro.
Sobre todo, ven tu enfado y creen que es normal reaccionar así cuando la vida les decepciona. Ven a mamá o a papá estallar ante la más mínima cosa y creen que es aceptable que ellos también lo hagan. Y, de repente, tienes un «niño problemático» en tus manos.
Recuerda que tu hijo aprende por imitación y te copiará a la hora de expresar su propia ira.
La ira y la disciplina
La disciplina de la ira es una disciplina equivocada. La disciplina consiste en guiar a tu hijo hacia el comportamiento y las elecciones correctas. La ira tiene que ver con el castigo – y si tu ira sale físicamente cuando disciplinas a tus hijos, eso no es disciplina positiva.
La disciplina enojada está ligada a la sobrecrítica. En lugar de elegir sus batallas, regañará a su hijo por la más mínima cosa. Esto significa que esperas de tu hijo más de lo que es capaz a una edad temprana, recurriendo a medidas duras para hacer que cumpla con estándares poco realistas.
Tu enfado y tu hijo
Los niños no ven matices de gris: no se dan cuenta de que tu enfado con ellos no es personal, sino que en realidad es una proyección de tu enfado y decepción con el otro. En este tipo de situaciones, sólo ven que papá y mamá están enfadados con ellos todo el tiempo.
Véalo desde el punto de vista de su hijo. Tal vez no pueda hacer nada sin escuchar las palabras «no», «no puedo», «no», «no debería». Su autoestima y su confianza se resienten porque piensa que papá y mamá no le quieren. Y como sabe que no puede estar a la altura de lo que ellos quieren, se vuelve agresivo y destructivo.
Porque mamá y papá gritan todo el tiempo, él lo hace; porque ellos reaccionan de forma exagerada ante las cosas pequeñas, él lo hace – y porque ellos le dan una bofetada cuando se porta mal, él piensa que está bien pegarse a sí mismo. Su respuesta puede ser un reflejo de la forma en que le hablas, y como él empieza a responderte, tu enfado aumenta.
Romper el círculo vicioso
Es natural enfadarse, pero la clave es no dejar que eso te impida responder a tu hijo de forma positiva y constructiva cuando se porta mal. ¿Cómo lo haces?
Afronta tu enfado
Observa las formas en que expresas tu ira y tu frustración. ¿La guardas en tu interior hasta que explotas de pura rabia? ¿La dejas salir de una manera excesivamente crítica que se centra totalmente en el carácter de tu hijo? ¿Lo expresas de forma agresiva para dominar a los demás y conseguir el control de las situaciones difíciles?
Recuerda que tu hijo aprende por imitación y te copiará a la hora de expresar su propio enfado.
Entiende por qué te enfadas
Cuando te enfadas con tu hijo a menudo se debe a que interpretas mal tus acciones. Tu hijo quiere complacerte y hacerte feliz – pero su capacidad de atención es corta y a menudo tiene una agenda totalmente diferente a la tuya.
Digamos que le vistes con sus mejores galas para una fiesta. Entonces, mientras te preparas, él sale al jardín y se pasa 15 minutos trepando a los árboles y saltando en el barro. Ahora está todo sucio y es hora de irse. Te enfadas porque crees que lo ha hecho a propósito. Pero, ¿por qué lo ha hecho realmente? Se ha aburrido de esperarte y ha salido a la calle para pasar el rato. No se dio cuenta de que se estaba ensuciando y de que iba a causar problemas: sólo intentaba encontrar algo que hacer mientras esperaba.
Nuestras soluciones
Utiliza la disciplina positiva Hazle saber a tu hijo que no apruebas lo que está haciendo, pero comunícale tus sentimientos sin centrarte en él. Céntrese en el comportamiento en sí. No diga: «Qué maldad la tuya al pegar a tu hermana»; diga «pegar no es amable».
Entiende por qué se porta mal Tu hijo no se porta mal deliberadamente para hacerte la vida imposible. Está en una edad en la que no puede controlar sus impulsos y no puede concentrarse en una larga lista de tareas. Puede que sea demasiado joven para expresar su propia frustración verbalmente, así que sí, pega a su hermana. Pero el hecho de que le pegue o reaccione con agresividad verbal no le curará de esa tendencia. De hecho, le enseñará el mismo comportamiento que estás intentando frenar.
No castigues a tu hijo con ira. La ira tiende a sobrepasar el pensamiento racional y si disciplinas a tu hijo cuando no tienes el control, estarás reaccionando por emoción y no pensando con lógica. No dejes que tu enfado se traduzca en un castigo severo, tómate un tiempo para calmarte en lugar de hacer algo de lo que puedas arrepentirte. De lo contrario, no utilizarás la disciplina para guiar a tu hijo hacia el buen comportamiento, sino para descargar tu ira.
Sé coherente
Si tu relación es frágil, no utilices a tus hijos para ganar puntos. Manténgase en la misma línea a la hora de hacer cumplir las normas de la casa para que su hijo no se confunda sobre qué comportamiento es aceptable.
La ira tiene un propósito en la crianza de los hijos. Puedes utilizarla como señal de que algo va mal y como advertencia de peligro. Pero expresarla de forma positiva demuestra que quieres a tu hijo y que te comprometes a guiarle por el buen camino.
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