¿Qué es la hidropesía endolinfática?

La hidropesía endolinfática es un trastorno del oído interno que puede afectar al líquido endolinfático de la cóclea, al aparato vestibular o a ambos. Aunque se desconocen su causa subyacente y su historia natural, se cree que es el resultado de anomalías en la cantidad, la composición y/o la presión de la endolinfa (el líquido dentro del saco endolinfático, un compartimento del oído interno).

En un oído interno normal, la endolinfa se mantiene a un volumen constante y con concentraciones específicas de sodio, potasio, cloruro y otros electrolitos. Este líquido baña las células sensoriales del oído interno y les permite funcionar normalmente. En un oído interno afectado por la hidropesía, se cree que estos controles del sistema de fluidos se han perdido o están dañados. Esto puede hacer que el volumen y la concentración de la endolinfa fluctúen en respuesta a los cambios en los fluidos circulatorios y los electrolitos del cuerpo.

Causas

La hidropesía endolinfática puede ser primaria o secundaria. La hidropesía endolinfática primaria idiopática (conocida como enfermedad de Ménière) se produce sin motivo conocido. La hidropesía endolinfática secundaria parece producirse en respuesta a un acontecimiento o a una afección subyacente. Por ejemplo, puede seguir a un traumatismo craneal o a una cirugía de oído, y puede ocurrir con otros trastornos del oído interno, alergias o trastornos sistémicos (como la diabetes o los trastornos autoinmunes).

Síntomas

Los síntomas típicos de la hidropesía incluyen presión o plenitud en los oídos (plenitud auditiva), acúfenos (zumbidos u otros ruidos en los oídos), pérdida de audición, mareos y desequilibrio.

Diagnóstico &Pruebas

El diagnóstico suele ser clínico, basado en las observaciones del médico y en la historia, los síntomas y el patrón sintomático del paciente. El diagnóstico clínico puede verse reforzado por los resultados de ciertas pruebas. Por ejemplo, ciertas anomalías en la electrococleografía (que evalúa la respuesta del octavo nervio craneal a los chasquidos o tonos presentados al oído) o en la audiometría (que evalúa la función auditiva) pueden apoyar el diagnóstico de hidropesía. Una nueva investigación ha demostrado que la resonancia magnética con contraste en el oído interno puede dar un diagnóstico definitivo de la hidropesía endolinfática, pero probablemente no sería capaz de diferenciar entre primaria (Meniere) y secundaria. Lo más habitual es que no se utilice porque el diagnóstico clínico suele ser preciso.

Objetivos del tratamiento

La enfermedad de Ménière (hidropesía endolinfática primaria idiopática) se trata con detalle en una publicación aparte de la Asociación de Trastornos Vestibulares (véase la lista al final de este documento). En resumen, la enfermedad de Ménière se caracteriza por ataques o episodios repentinos y violentos de vértigo, acúfenos, pérdida de audición y plenitud auditiva. Los ataques suelen producirse en intervalos de semanas a meses, con períodos libres de síntomas entre ellos. A lo largo de varios años, se produce una destrucción parcial de la audición y, a veces, de la función del equilibrio. La enfermedad de Ménière afecta a ambos oídos en hasta la mitad de las personas que la padecen. El tratamiento está destinado a mejorar los síntomas, controlar los ataques agudos, hacer frente a los daños en la audición y el equilibrio, y mantener la calidad de vida.

El tratamiento de la hidropesía endolinfática secundaria (HES) es algo diferente. Dado que la HSE es secundaria a (es decir, resultado de) un trastorno subyacente, los síntomas tienden a estar presentes de forma más continua, en lugar de producirse en ataques espontáneos. Sin embargo, suelen ser menos violentos, y el SEH puede causar menos daños en la audición y el equilibrio que la enfermedad de Ménière.

El tratamiento del SEH tiene cinco objetivos: estabilizar los niveles de líquidos y electrolitos del organismo; identificar y tratar la enfermedad subyacente que provoca el SEH; mejorar los síntomas diarios; controlar los síntomas y cambios persistentes; y mantener la calidad de vida.

Objetivo 1: Estabilizar los niveles de líquidos y electrolitos del organismo

Estabilizar los niveles de líquidos y electrolitos puede ayudar a reducir o aliviar los síntomas. Pueden ser necesarias modificaciones en la dieta para lograr dicha estabilización.

Un régimen dietético para la hidropesía (HDR) a menudo hace que muchas personas con SEH se sientan significativamente mejor sin ningún otro tratamiento. El HDR es la piedra angular para estabilizar los niveles generales de líquidos. El aspecto más importante de este régimen es la consistencia. Consumir una dieta equilibrada en cantidades moderadas a intervalos regulares -con comidas y tentempiés de un tamaño constante, ingeridos aproximadamente a la misma hora todos los días, sin saltarse comidas ni alternar pequeños tentempiés con comidas enormes- ayuda a que los niveles de líquidos y electrolitos del cuerpo se mantengan estables.

Un segundo elemento clave del HDR es minimizar el uso de solutos (sales y azúcares) en la dieta. Los solutos requieren que el cuerpo utilice grandes cantidades de líquido para su dilución y digestión. Esto provoca grandes fluctuaciones en los fluidos corporales y, en consecuencia, en la endolinfa, lo que puede desencadenar síntomas de hidropesía. Un punto de partida importante de esta dieta es evitar añadir sal o azúcar a los alimentos y evitar el consumo de alimentos preparados (los que salen de una lata u otro recipiente).

La ingesta adecuada de líquidos es otro pilar de la HDR. Para funcionar de forma óptima, el cuerpo necesita mucha agua, de seis a ocho vasos espaciados uniformemente a lo largo del día. También es importante prever y reponer el líquido adicional que se pierde por la transpiración durante el ejercicio, la fiebre o el calor. Otros líquidos -por ejemplo, los refrescos bajos en azúcar, las infusiones y los zumos de frutas y verduras bajos en azúcar- también pueden formar parte de la ración diaria. La cafeína (presente en el café, el té, algunas infusiones, los refrescos de cola, el chocolate y algunos medicamentos) y el alcohol tienen fuertes propiedades diuréticas y puede ser necesario restringirlos, ya que pueden hacer que el organismo pierda más líquido del que ha ingerido.

Los médicos pueden recetar diuréticos como parte del tratamiento, no para provocar la pérdida de líquido, sino para «empujar» a los riñones a excretar una cantidad constante de orina a lo largo del día, ayudando así a minimizar las grandes oscilaciones en el contenido de líquido del organismo. Con el uso de diuréticos, es importante beber mucha agua para evitar la deshidratación. Algunos diuréticos requieren el uso de un suplemento de potasio para reemplazar el potasio perdido a través de la orina. Es importante discutir el uso adecuado de la medicación y la ingesta de alimentos y agua con el médico que la prescribe.

Objetivo 2: Identificar y tratar la condición subyacente

Este objetivo es complejo y probablemente implicará tanto al otólogo (especialista en oídos) como al proveedor de atención primaria (internista, médico de familia, enfermera, etc.). Una vez que una condición subyacente es identificada y tratada, los síntomas de SEH tienden a mejorar con el tiempo con un manejo adecuado. La hidropesía asociada a un traumatismo craneoencefálico o a una intervención quirúrgica en el oído suele mejorar en el transcurso de uno o dos años tras el acontecimiento causante.

Objetivo 3: Mejorar los síntomas cotidianos

Con el uso de la HDR y posiblemente también de un diurético, los síntomas de equilibrio pueden mejorar de forma espectacular. Pueden utilizarse otros medicamentos para ayudar con los mareos, las náuseas o los vómitos persistentes.

Otras estrategias para reducir los síntomas del SEH son:

  • Mantener un peso normal o perder el exceso de peso. Cuando una persona tiene sobrepeso, el sistema vestibular debe esforzarse por lidiar con un centro de gravedad más grande de lo normal y desplazado.
  • Evitar la aspirina en dosis altas, que puede causar tinnitus temporal.
  • Evitar el ibuprofeno y otros AINE (antiinflamatorios no esteroideos), que pueden tener un efecto directo sobre el equilibrio de los líquidos y pueden aumentar los síntomas en algunos pacientes con SEH.
  • Dejar de fumar. Fumar contrae la única y diminuta arteria que alimenta el oído, privándolo así de oxígeno y nutrientes.
  • Mantener la salud general haciendo ejercicio y durmiendo lo suficiente, ya que ambos pueden ayudar a la salud cardiovascular para apoyar al oído interno. El ejercicio puede ayudar a que la musculatura necesaria para el equilibrio se mantenga activa.

La rehabilitación vestibular, un tipo de fisioterapia especializada para pacientes vestibulares, puede mejorar la tolerancia a la actividad, el nivel general de energía y los síntomas de mareo y desequilibrio. Los síntomas cognitivos que suelen acompañar a los trastornos vestibulares -por ejemplo, problemas de concentración, memoria a corto plazo, lectura o priorización de tareas- pueden disminuir a medida que se controla la hidropesía, pero los terapeutas ocupacionales y del habla pueden ayudar si persisten los síntomas.

Objetivo 4: Controlar los síntomas y cambios persistentes

Si los mareos y el vértigo se vuelven intratables, pueden considerarse medidas más agresivas. Pueden utilizarse medicamentos o cirugía para destruir selectivamente las estructuras problemáticas del oído interno.

Hay varias cirugías que pueden recomendarse. Los procedimientos de descompresión endolinfática tienen como objetivo aliviar la presión del líquido en el oído interno. Otro tipo de cirugía es la laberintectomía, que destruye las estructuras membranosas del oído interno que detectan la gravedad y los cambios de movimiento. El taponamiento del canal semicircular y la neurectomía (corte del nervio vestibular entre el oído y el cerebro) crean cambios mecánicos que impiden que las señales anormales del oído interno lleguen al cerebro, reduciendo así los síntomas. Estos procedimientos no curan el trastorno subyacente y no están exentos de riesgos, pero pueden mejorar los síntomas en algunos casos.

La HSE no suele provocar una pérdida de audición significativa. Si se produce, los audífonos modernos y otros dispositivos de ayuda pueden ser útiles. Además, los dispositivos de enmascaramiento del tinnitus pueden ayudar a tratar el molesto tinnitus.

Muy a menudo, las personas con trastornos del oído interno intentan evitar el agravamiento de sus síntomas restringiendo su actividad y volviéndose reclusos. Esto es contraproducente. De hecho, permanecer tan activo y ocupado como sea posible (dentro de los límites de seguridad) ayuda al cerebro a adaptarse a los cambios en la función del oído interno y ayuda a controlar los síntomas. El médico puede recomendar un curso de terapia de rehabilitación vestibular para ayudar al cerebro a compensar los cambios en la función del equilibrio.

Objetivo 5: Mantener la calidad de vida

Como con cualquier trastorno crónico, es esencial mantener una perspectiva saludable y una rutina lo más normal posible. También es importante crear un entorno físico seguro en el hogar, así como tener en cuenta si se deben realizar actividades potencialmente peligrosas como conducir un coche, subir escaleras o practicar deportes.

Como discapacidad «invisible», un trastorno del oído interno puede ser frustrante de manejar. Una persona puede sentirse mal, pero «parecer normal» ante sus amigos y familiares. Educar a los demás sobre la enfermedad puede ayudarles a comprender mejor las dificultades y consecuencias de tener un trastorno vestibular. El asesoramiento o la participación en un grupo de apoyo para personas con trastornos del oído interno puede ayudar a afrontar la confusión o la depresión secundaria que suele acompañar a estas enfermedades. En cualquier caso, el médico y el personal médico siguen siendo el principal recurso del paciente para entender y tratar el SEH.

Autores: Susan Pesznecker, RN con la Asociación de Trastornos Vestibulares. Editado por Jeremy Hinton, DPT.

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