La amorosa mujer que enjuga el rostro de Nuestro Señor en la sexta estación del Vía Crucis es extrabíblica, o eso es lo que piensa la mayoría. Pero la santa, cuya fiesta es el 12 de julio, es considerada por algunos como la Hemorragia (mujer con flujo de sangre) mencionada en los Evangelios (Mt. 9:20-22; Mc. 5:25-34; Lc. 8:43-48). Según el Evangelio apócrifo de Nicodemo, en el juicio de Nuestro Señor ante Pilatos, una mujer llamada Verónica testificó: «Doce años estuve con flujo de sangre, y sólo toqué el borde de su manto, y enseguida me curé.» Aparentemente, la tradición de que Santa Verónica es la Hemorragia es más popular en Oriente que en Occidente.
El historiador del siglo IV, Eusebio, relata: «Porque dicen que la mujer con flujo de sangre, que, como sabemos por el sagrado Evangelio, recibió de nuestro Salvador la liberación de su aflicción, procedía de este lugar, y que su casa se muestra en la ciudad, y que permanecen allí notables recuerdos de la bondad del Salvador hacia ella. Pues sobre una piedra elevada, junto a las puertas de su casa, se encuentra una imagen de bronce de una mujer arrodillada, con las manos extendidas, como si estuviera rezando. Frente a ella hay otra imagen vertical de un hombre, del mismo material, vestido decentemente con un doble manto, y que extiende su mano hacia la mujer. A sus pies, junto a la propia estatua, hay una extraña planta que trepa hasta el borde del manto de bronce y que es un remedio para todo tipo de enfermedades. Dicen que esta estatua es una imagen de Jesús. Ha permanecido hasta nuestros días, de modo que nosotros mismos también la vimos cuando estuvimos en la ciudad».
Santa Verónica es la patrona de los lavanderos y de los fotógrafos.
Fresco, Catacumba de los Santos Marcelino y Pedro, Roma, principios del siglo IV, que muestra la hemorragia que se cura al tocar el manto de Cristo (Mc 5,25-34)