¿Qué son las emociones primarias y secundarias?

Una emoción es un estado de sentimiento mental y fisiológico que dirige nuestra atención y guía nuestro comportamiento.

Se cree que las emociones más fundamentales son universalmente comunes a todas las culturas. Por ejemplo, probablemente podrá identificar correctamente la emoción expresada en la siguiente foto.

Entonces, ¿cuáles son las emociones básicas, o primarias?

  • el peligro
  • el asco
  • el miedo,
  • la tristeza
  • la felicidad; y
  • la sorpresa

Estas emociones básicas tienen una larga historia en la evolución humana, y se desarrollaron, en gran parte, para ayudarnos a hacer juicios rápidos sobre los estímulos y a guiar correctamente el comportamiento.

Además de estas emociones básicas, los científicos han descrito un conjunto más amplio y complejo de emociones secundarias.

Estas van acompañadas de procesos cognitivos y pueden clasificarse en más de una dimensión: pueden ir de un nivel de excitación bajo a uno alto y de ser desagradables a ser agradables. Por ejemplo, sentirse relajado se describe como algo agradable acompañado de un bajo nivel de excitación.

Una distinción importante entre las emociones básicas y las secundarias es la velocidad de procesamiento.

Nuestra respuesta a una emoción básica como el miedo, por ejemplo, es inmediata y rápida. Si vemos a un niño corriendo delante de nuestro coche, frenamos inmediatamente. Nuestro corazón se acelera y se libera adrenalina.

En cambio, nuestra respuesta a una emoción secundaria es más lenta, como la tristeza que sentimos por la pérdida de una mascota querida. Estas emociones suelen ser más complejas y más refinadas.

¿Qué emociones tienen más probabilidades de influir en nuestra ingesta de alimentos?

En la relación con nuestro comportamiento alimentario, las emociones secundarias desempeñan un papel importante a la hora de determinar si comemos y qué comemos.

Pueden provocar una respuesta de comportamiento alimentario causada por la comida ingerida o por la visión de la comida.

Su papel, sin embargo, no es exclusivo. El miedo suele inhibir el hambre: esto tiene sentido desde un punto de vista biológico y evolutivo, ya que este mecanismo evolucionó para ponerse en marcha cuando la supervivencia a corto plazo está repentinamente en peligro.

Otras emociones primarias pueden modular la alimentación en ambas direcciones: algunas personas pueden comer menos cuando están tristes, otras pueden comer más.

Discutiremos este tema más a fondo en los próximos pasos

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