La evidencia no apoya la ruptura rutinaria de las aguas en las mujeres con un trabajo de parto espontáneo que progresa normalmente o cuando los trabajos de parto se han prolongado.
El objetivo de la ruptura de las aguas (también conocida como ruptura artificial de las membranas (ARM), o amniotomía), es acelerar y fortalecer las contracciones, y así acortar la duración del trabajo de parto. Las membranas se perforan con un gancho de mango largo parecido a un ganchillo durante un examen vaginal, y el líquido amniótico sale a raudales. Se cree que la ruptura de las membranas libera sustancias químicas y hormonas que estimulan las contracciones. La amniotomía es una práctica habitual en los últimos años en muchos países del mundo. En algunos centros se defiende y se realiza de forma rutinaria en todas las mujeres, y en muchos centros se utiliza para las mujeres cuyos partos se han prolongado. Sin embargo, hay pocas pruebas de que un parto más corto tenga beneficios para la madre o el bebé. Hay una serie de riesgos potenciales importantes, pero poco frecuentes, asociados a la amniotomía, incluidos los problemas con el cordón umbilical o la frecuencia cardíaca del bebé.
La revisión de los estudios evaluó el uso de la amniotomía en todos los partos que se iniciaron espontáneamente. Se identificaron 15 estudios, con 5.583 mujeres, ninguno de los cuales evaluó si la amniotomía aumentaba el dolor de las mujeres durante el parto. Las pruebas no mostraron ningún acortamiento de la duración de la primera etapa del trabajo de parto y un posible aumento de la cesárea. No se recomienda la amniotomía de rutina como parte del manejo y la atención estándar del trabajo de parto.