Tanto el sol como las cámaras de bronceado emiten rayos UVA y UVB. Los rayos UVB, que inciden en la capa superficial de la piel, tienen una longitud de onda más corta que los rayos UVA, que penetran profundamente en la dermis. Por ello, muchas personas piensan erróneamente que las camas de bronceado que emiten rayos UVB son más seguras para ellas que las camas tradicionales de rayos UVA; sin embargo, las camas de rayos UVB se han asociado durante mucho tiempo a efectos graves para la salud.
Aunque los rayos de una cama UVB penetran menos profundamente en la piel, la exposición sin protección a estos rayos puede provocar el envejecimiento prematuro de la piel y quienes utilizan las camas empezarán a ver arrugas antes, ya que los rayos pueden causar daños en las fibras de colágeno y elastina de la piel, los vasos sanguíneos dérmicos y otras estructuras cutáneas. La exposición también puede causar una decoloración antiestética de la piel. La exposición en las camas también puede provocar cataratas. Otro efecto secundario menos conocido de las camas UVB es que el sistema inmunitario puede quedar suprimido. A pesar de que las capas de UVB no llegan a la dermis, la sobreexposición puede provocar quemaduras solares y la exposición es el principal factor que contribuye a los cánceres de piel, incluido el melanoma.
La Organización Mundial de la Salud recomienda desde hace tiempo que nadie utilice una cama de bronceado con fines cosméticos y, en la actualidad, las camas de bronceado están catalogadas como un carcinógeno humano conocido.1 Esta misma declaración fue realizada por el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, que colocó las camas de bronceado en la misma categoría de causantes de cáncer que el tabaco.2 Las investigaciones de la Academia Americana de Dermatología demuestran que un exceso de radiación ultravioleta puede provocar cáncer de piel, tanto por los rayos UVA como por los UVB.3
Los defensores de las camas de bronceado han argumentado que son menos peligrosas que el sol porque se puede controlar la intensidad y el tiempo de exposición; sin embargo, no hay pruebas que respalden estas afirmaciones. Las camas de bronceado pueden ser más peligrosas que el sol porque se utilizan a una intensidad elevada todos los días del año y la intensidad del sol varía en función de la hora del día, la estación del año y la nubosidad.
Nadie discutirá la necesidad de la vitamina D, ya que su deficiencia se ha relacionado con los cánceres de colon y próstata, las enfermedades cardiovasculares, la depresión, la resistencia a la insulina, la obesidad y otros problemas. Siendo el sol su principal fuente, los clientes deberían disfrutar de 15 minutos, como máximo, de luz solar natural sin protección solar para obtener su dosis diaria. También pueden añadir a su dieta diaria alimentos enriquecidos con vitamina D. Un suplemento también es una gran alternativa. Una persona no necesita una cama de bronceado para integrar este nutriente esencial en su cuerpo.