En 2014, hablé con Gavin Pretor-Pinney, fundador de The Cloud Appreciation Society, sobre su quijotesca misión: conseguir el reconocimiento de una nueva categoría de nubes llamada «undulatus asperatus». Durante años, personas de todo el mundo le habían enviado fotos de las inusuales formaciones, tratando de averiguar qué eran. Pero no tenían nombre oficial.
Ayer, en el Día Meteorológico Mundial -nueve años después de que se presentara la clasificación por primera vez- la Organización Meteorológica Mundial reconoció finalmente las nubes de Pretor-Pinney en la versión actualizada del Atlas Internacional de Nubes, aunque el nombre se ha modificado a «asperitas». Son la primera adición al Atlas en más de medio siglo.
Pretor-Pinney describió las formaciones como «ondas localizadas en la base de las nubes, lisas o salpicadas de rasgos más pequeños, que a veces descienden en puntas afiladas, como si se viera una superficie marina rugosa desde abajo. La variación de los niveles de iluminación y el grosor de las nubes puede dar lugar a efectos visuales espectaculares». Las nubes asperitas tienden a ser de baja altitud y están causadas por frentes meteorológicos que crean ondas en la atmósfera.
En términos sencillos, las nubes tienen un aspecto francamente apocalíptico: son las nubes que uno esperaría ver en el Día del Juicio Final o en los prolegómenos de una invasión alienígena. Un vistazo a estas nubes y sabrás que algo muy malo se avecina.
Aunque las nubes son sombrías, es agradable ver que un proyecto de crowdsourced gana algún reconocimiento de la comunidad científica. Y no es frecuente que veamos algo tan hermoso nacido de la nada.