Mengistu Haile Mariam, (nacido en 1937, provincia de Kefa, Etiopía), oficial del ejército etíope y jefe de Estado (1974-91), que ayudó a derrocar la centenaria monarquía e intentó moldear Etiopía para convertirla en un estado comunista.
Mengistu recibió formación de oficial en Holeta y entrenamiento adicional en Estados Unidos. Alcanzando el rango de mayor, se convirtió en uno de los grupos de oficiales subalternos y soldados rasos que, descontentos con su falta de patrocinio y promoción dentro del ejército, tramaron una rebelión contra el gobierno del emperador Haile Selassie I. En junio de 1974, Mengistu fue nombrado presidente del Comité de Coordinación de las Fuerzas Armadas (conocido como el Dergue), un comité de soldados revolucionarios, y, tras la detención del emperador en septiembre, fue nombrado vicepresidente del Consejo Militar Administrativo Provisional (PMAC), dirigido por el Dergue y que asumió las funciones de gobierno. El 23 de noviembre de 1974, Mengistu ordenó el asesinato del presidente moderado del PMAC e instó a matar a 60 aristócratas y antiguos funcionarios del antiguo régimen imperial. Matando a enemigos seleccionados dentro del PMAC, Mengistu se convirtió en el reconocido hombre fuerte de un régimen que procedió a nacionalizar las industrias y las tierras de cultivo.
En febrero de 1977, Mengistu, ahora teniente coronel, sobrevivió a una batalla entre sus partidarios y los de sus rivales en el PMAC. El presidente y varios otros miembros fueron asesinados, y Mengistu se convirtió en jefe de Estado y presidente. A continuación, desató una sangrienta «Campaña de Terror Rojo» para aplastar a los opositores armados entre la población civil, y más tarde ese mismo año solicitó armamento soviético y tropas cubanas para repeler una invasión de la región somalí de Ogaden por parte de Somalia. Como gobernante indiscutible del país, supervisó la creación del Partido de los Trabajadores de Etiopía en 1984, la redacción de una constitución para Etiopía en 1986 (refrendada en 1987), y la elección por una nueva legislatura nacional de él mismo como presidente en septiembre de 1987. Para entonces, Mengistu se enfrentaba a una rebelión armada en las regiones septentrionales de Tigray y Eritrea, a una serie de las peores sequías y hambrunas que jamás haya sufrido Etiopía, a una economía agrícola arruinada por la colectivización forzosa de las explotaciones y el traslado de poblaciones enteras, y a ocasionales intentos de golpe de Estado por parte de enemigos del régimen. La retirada del apoyo soviético debilitó aún más el poder de Mengistu, que en mayo de 1991 dimitió sumariamente de su cargo y huyó a Zimbabue.
Los sucesivos regímenes etíopes presionaron sin éxito al gobierno de Zimbabue para que extraditara a Mengistu acusado de genocidio. Juzgado en ausencia, fue declarado culpable de genocidio en diciembre de 2006 y condenado a cadena perpetua al año siguiente. Tras una exitosa apelación de la fiscalía, que argumentó que los crímenes de Mengistu merecían algo más que la cadena perpetua, en mayo de 2008 fue condenado a muerte.