Espionaje industrial, adquisición de secretos comerciales de los competidores empresariales. Subproducto de la revolución tecnológica, el espionaje industrial es una reacción a los esfuerzos de muchos empresarios por mantener en secreto sus diseños, fórmulas, procesos de fabricación, investigaciones y planes futuros para proteger o ampliar sus cuotas de mercado.
Una cantidad considerable de datos sobre lo que hace la competencia procede de fuentes rutinarias y poco dramáticas. Algunas grandes cadenas minoristas, por ejemplo, emplean a cuerpos de agentes para comprobar los precios y productos de los competidores mediante compras comparativas. Igualmente fructíferas son las líneas regulares de comunicación, como los informes de los vendedores, las revistas comerciales, los boletines informativos, las convenciones comerciales, las ferias y exposiciones, y los contactos con los proveedores. El análisis de los productos de la competencia es otra fuente de información comercial importante.
Los secretos comerciales reales pueden llegar al mercado abierto a través de varios canales. El empleado desleal puede buscar furtivamente a los competidores y vender los datos confidenciales al mejor postor. Una técnica más común es la conspiración en grupo: varios empleados, normalmente técnicos y otros de alto nivel directivo, abandonan una empresa y crean una firma competitiva aprovechando las confidencias que obtuvieron mientras estaban en la nómina de su antiguo empleador. Una variante de esta práctica se produce cuando un competidor atrae a un empleado valioso con ofertas de más dinero y beneficios, con la esperanza de que el trabajador pirateado ponga su almacén de secretos a disposición de su nuevo empleador.
Un empleador que descubre que sus secretos comerciales han sido adoptados por un competidor suele tomar medidas legales para evitar nuevas invasiones de su privacidad comercial. Las sanciones contra las empresas declaradas culpables de usurpar secretos comerciales pueden ser una orden judicial contra el uso posterior de los conocimientos, una contabilidad y el pago de todos los beneficios obtenidos por la utilización de la información robada, o daños punitivos adicionales si la violación de los derechos de la empresa ha sido flagrante.