Dar a conocer una época poco conocida de la historia de Cuba
El término cubano-chino no es en absoluto un oxímoron, pero mi amigo Antonio Wong (en la foto de arriba) sí lo es. Nacido en el Barrio Chino de La Habana en 1951, trabaja desde 1986 en el restaurante La Caridad, en el Upper West Side de Manhattan. Una paradoja viviente, Antonio puede parecer chino, pero habla español exactamente como mi abuelo, además de inglés y cantonés. Se estima que entre 1847 y 1874, cerca de 150.000 trabajadores chinos contratados fueron llevados a Cuba en un esfuerzo por complementar la menguante institución de la esclavitud. Esencialmente trabajaban como sirvientes contratados, y fueron repartidos por toda Cuba para trabajar en las numerosas plantaciones de azúcar en toda la isla.
Después, en la década de 1920, otros 30.000 inmigrantes chinos aproximadamente llegaron a la isla. Justo cuando el vecino del norte de Cuba estaba experimentando los «locos años veinte», la Pera de las Antillas estaba disfrutando de una década muy próspera. Los chinos que emigraron a Cuba durante este período lo hicieron por voluntad propia, y se establecieron principalmente en La Habana.
Consecuentemente, la capital de Cuba desarrolló el mayor barrio chino de toda América Latina, y dos culturas muy diferentes se entrelazaron. La cocina cubano-china surgió así como el contraste de platos cubanos y chinos servidos uno al lado del otro en el mismo plato. Es más, el inventor de la caja china, tan conocida en Miami, tuvo la idea de su caja para asar cerdo cuando vio algo similar mientras conducía por el Barrio Chino de La Habana en 1955.