¿Quieres saber qué le pasa a tu hijo? Sólo tiene que implantarle un microchip GPS que pueda seguir todos sus movimientos.

Esta será una opción real para los padres dentro de 20 años, predice Adrienne LaFrance en «Baby, Monitored», en el número de diciembre de Atlantic. Su artículo describe cómo la industria tecnológica ha empezado a alterar los pañales sucios, la hora de la siesta, las lágrimas y casi todo lo que se puede medir, registrar y visualizar sobre los bebés.

«Por ejemplo, el Starling, un dispositivo que se engancha a la ropa del bebé y cuenta el número de palabras que oye (y, más adelante, dice) cada día», ofrece LaFrance. «La tecnología se basa en investigaciones que sugieren que los niños que oyen más palabras tienen un vocabulario más amplio y rinden mejor en los tests de inteligencia».»

Pero quizá no sea tan inteligente llenar las cunas con las últimas innovaciones. Es ingenioso que un body de seguimiento del sueño pueda enviar alertas al teléfono móvil de los padres con la temperatura del bebé. También es un poco extraño que «los científicos no sepan, por ejemplo, si tener un dispositivo con Bluetooth presionado contra un pequeño abdomen durante horas podría causar problemas de salud más adelante», escribe LaFrance.

Los padres que registran diligentemente los datos sobre el comportamiento de sus bebés en las aplicaciones pueden estar demasiado privados de sueño para considerar los posibles problemas de privacidad en el futuro. También existe el riesgo, por supuesto, de que sean los propios padres los que se conviertan en el problema. LaFrance cita a un historiador que cree que el acceso a demasiada información puede llevar a lo que a menudo se denomina comportamiento de helicóptero.

Ninguna de estas cuestiones parece frenar el ritmo de crecimiento de la tecnología infantil. Por ello, LaFrance escribe que la «conclusión lógica» de esta tendencia son los microchips implantables con capacidad de GPS, «como la aplicación Find My iPhone, pero para las personas», explica.

Y eso puede resultar muy útil, porque es fácil perder a un niño cuando se pasa demasiado tiempo estudiando pantallas.

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