Ciertamente, muchas de las llegadas iniciales a las islas no se produjeron en un momento oportuno: en una época sin una pareja que les recibiera, sin una planta de la que alimentarse, sin un poco de tierra en la que echar raíces. A menudo, a lo largo de los millones de años que el azar llevó a las aves en una tormenta, a los leones marinos y a los pingüinos en las corrientes, a las semillas a través del continente, los primeros seres vivos que permanecieron habrían sido especies «pioneras».
Estas especies son las que pueden existir de la nada aparente, como las plantas que crecen de la lava. Sobreviven hasta morir y dejan su material orgánico para la siguiente oleada de inmigrantes, alimentando a la siguiente flora, a la siguiente criatura vegetariana.
Las observaciones de Darwin, concretamente sobre los ahora llamados «pinzones de Darwin» y sus adaptaciones, acabaron siendo la base de su Teoría de la Selección Natural. En su momento, supuso un cambio dinámico respecto a la creencia común de que las especies eran estáticas.
Explicado brevemente, el concepto de la evolución de las especies se basa en una serie de características de supervivencia y reproducción. En la mayoría de las poblaciones, el número de especies es mayor que los recursos disponibles y la competencia es inevitable. Dentro de la variación normal que se produce en las especies, ocasionalmente se producirá una mutación o diferencia que será de alguna manera ventajosa para la supervivencia o la reproducción, y las que tengan el cambio positivo tendrán un mayor número de descendientes. Como es probable que la descendencia reciba esas mismas ventajas genéticas, también será más probable que sobreviva y transmita sus genes. Los que mejor se adapten a su entorno, más especificados y adaptables, sobrevivirán.
Después de años de aislamiento en las Galápagos, donde debieron existir pequeñas poblaciones de una especie, las adaptaciones dentro de esa especie serían más drásticas al no haber una gran población principal que actuara como amortiguador de las variaciones.
A menudo, las variaciones de un ancestro son evidentes. Las iguanas terrestres de Santa Fe, que se distinguen por su color amarillo, al igual que sus primos de otras islas, se han adaptado a comer cactus, con espinas y todo. Sus primas segundas, las iguanas marinas, quizás se adaptaron a comer del mar, evitando la competencia en tierra.
El ejemplo más famoso son las 13 especies de pinzones de Darwin, todas ellas procedentes de un mismo ancestro, y adaptadas a dietas tan variadas como los cactus, los parásitos e incluso la sangre. El proceso de adaptación está bien documentado en «El pico del pinzón», de Jonathan Weiner, publicado por Vintage Books.
Para obtener información más completa sobre la evolución, visite Galápagos Fast Facts