La intolerancia a la lactosa es una forma de mala digestión de la lactosa en la que los individuos experimentan síntomas como diarrea, calambres abdominales, flatulencia, vómitos y ruidos intestinales tras el consumo de lactosa. Se calcula que un 30% de la población de Estados Unidos y de los países mediterráneos puede padecer esta afección, aunque la prevalencia de la intolerancia a la lactosa es menor en los países del norte de Europa y mayor en los países africanos y asiáticos. Las bacterias lácticas (BL), como el Lactobacillus acidophilus y el Lactobacillus bulgaricus, pueden ayudar a digerir la lactosa contenida en los productos lácteos fermentados, lo que podría ser beneficioso para las personas que sufren intolerancia a la lactosa. El Lactobacillus acidophilus es una especie de BAL que interviene en la fermentación del azúcar; no existen ensayos clínicos en humanos que evalúen su eficacia para aliviar los síntomas relacionados con la intolerancia a la lactosa.
Un estudio reciente, dirigido por el Sr. Michael Shahani de Nebraska Cultures en Walnut Creek (California, EE.UU.), ha descubierto que una cepa específica de Lactobacillus acidophilus puede proporcionar beneficios sintomáticos después de 4 semanas de uso, en comparación con un placebo, entre los individuos con intolerancia a la lactosa.
Los investigadores realizaron un estudio aleatorio, doble ciego, controlado con placebo y cruzado para evaluar los efectos de la cepa DDS-1 de Lactobacillus acidophilus en el alivio de los síntomas relacionados con la intolerancia a la lactosa. Se inscribieron en el estudio 38 voluntarios sanos (de 18 a 75 años de edad) que se quejaban de intolerancia a la lactosa. La elegibilidad de los participantes se confirmó sobre la base de una puntuación de 10 o más en la evaluación subjetiva de los siguientes síntomas después de una prueba de lactosa de 6 horas: diarrea, calambres abdominales, vómitos, sonidos intestinales audibles, flatulencia y síntomas generales. Los sujetos calificados participaron en un diseño cruzado de 2 brazos, cada uno de los cuales consistió en 4 semanas de intervención de producto activo o placebo, con un período de lavado de 2 semanas durante el cruce. El producto del estudio consistía en la cepa DDS-1 de Lactobacillus acidophilus (al menos 1 x 1010 unidades formadoras de colonias/cápsula) administrada diariamente durante 4 semanas.
La comparación longitudinal entre el grupo DDS-1 y el grupo placebo demostró reducciones estadísticamente significativas en las puntuaciones de los síntomas abdominales durante la prueba de lactosa de 6 horas en la semana 4 para la diarrea, los calambres abdominales, los vómitos y la puntuación global de los síntomas. No se notificaron efectos adversos.
En conclusión, la cepa DDS-1 de Lactobacillus acidophilus es segura de consumir y mejora los síntomas abdominales en comparación con el placebo tras 4 semanas de uso de probióticos. Otros estudios que evalúen el papel de las bacterias lácticas en la intolerancia a la lactosa durante un periodo superior a 4 semanas podrían aportar información útil en este campo. Más adelante, también será necesario estudiar los posibles mecanismos de acción para comparar este tratamiento de la intolerancia a la lactosa con posibles alternativas dirigidas a la microbiota intestinal.