La satyriasis se refiere a una enfermedad descrita en la antigüedad y ahora considerada ficticia, así como a una condición reconocida por la psiquiatría moderna. Ambas condiciones tienen que ver con la actividad sexual compulsiva en el hombre. La enfermedad antigua se considera ficticia porque se describe que no sólo provoca un cambio de comportamiento (como la afección reconocida a principios del siglo XXI), sino también una transformación física. La enfermedad hacía que quien la padecía (llamado sátiro) rehuyera la ropa y se viera sometido a una lujuria sin límites ni discriminación aparente en su objeto. Además, al sátiro le crecía rápidamente una cantidad excesiva de pelo en todas las partes del cuerpo, le brotaban cuernos en la cabeza y sus piernas y pies se transformaban en los de una cabra, con pezuñas incluidas. Esta enfermedad se recoge en muchos textos, e incluso fue tema para los pintores durante muchos siglos. El nombre de la enfermedad, y la transformación física que supuestamente la acompaña, son claramente indicativos de una relación con el sátiro, una criatura mitológica.
Los sátiros son seguidores de Dionisos, el dios griego del vino asociado a lo que hoy podría reconocerse como moral carnavalesca y libertinaje. Los sátiros son conocidos por sus ansias de vino y gratificación sexual y por su atracción y persecución de ninfas, entidades femeninas que encarnan diversas características naturales. Aunque los gustos sexuales de los sátiros son muy variados, su preferencia por las ninfas los caracteriza como principalmente heterosexuales.
La condición moderna de la satyriasis es similar en muchos aspectos a la antigua, exceptuando la transformación física. Se ha llamado alternativamente satirismo, satyromania, erotomania y donjuanismo, aunque estos términos están en gran medida fuera de uso. La satyriasis no necesita tener un objeto que no sea el propio sátiro; la autogratificación compulsiva es una manifestación tan posible como el deseo de gratificación sexual con una pareja o parejas. El donjuanismo es específicamente un deseo de múltiples parejas que son seducidas y abandonadas a su vez, sin perspectiva de relaciones duraderas.
La satriasis se considera a menudo la contrapartida masculina de la ninfomanía, una condición en la que las mujeres experimentan un deseo sexual excesivo. Ni la satyriasis ni la ninfomanía están reconocidas como un trastorno específico en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (o DSM-IV) publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría. En su lugar, se utiliza el término más general y neutro de género de hipersexualidad. Se trata de una alteración asociada a la estimulación genital frecuente. En los pacientes en los que la estimulación no conduce a la gratificación sexual, puede crearse el deseo de una mayor estimulación, lo que da lugar a un ciclo que puede ser debilitante. En los pacientes que sí logran la gratificación sexual, puede producirse una promiscuidad excesiva, ya que es poco probable que el deseo de gratificación se satisfaga con una sola pareja. Dicha promiscuidad puede ser físicamente arriesgada, ya que puede dar lugar a un mayor número de prácticas sexuales inseguras, y también puede implicar un riesgo social en las culturas que se adscriben a la monogamia normativa.
La hipersexualidad puede ser una condición debilitante, especialmente cuando se asocia a otro trastorno grave. Con frecuencia se codiagnostica con el trastorno bipolar y la manía, así como con disfunciones neuronales como el síndrome de Kluver-Bucy (producido por un daño bilateral del lóbulo temporal). No existe una prueba concluyente para detectar la hipersexualidad y, por tanto, no hay una estimación precisa de su incidencia. Existe cierto debate sobre la capacidad de definir la diferencia entre una libido alta y la hipersexualidad. Una de las principales preocupaciones es que las disfunciones sexuales se clasifican con un sistema binario que sólo indica la presencia o la ausencia, en lugar de con una escala que indique el grado de disfunción. La mayoría de las autoridades están de acuerdo en que cuando la condición se vuelve incontrolable, manifestando a menudo síntomas como gestos, acciones y verbalizaciones espontáneas inapropiadas, masturbación compulsiva y preocupación debilitante por los pensamientos sexuales, la hipersexualidad requiere tratamiento. Rara vez se considera que la actividad sexual en sí misma sea perjudicial, pero su primacía en la actividad diaria puede provocar graves trastornos en la vida del hipersexual. La mayoría de las veces, el trastorno subyacente se trata mediante psicoterapia, aunque puede utilizarse la psicofarmacología para controlar los síntomas. Además, existen varios programas de doce pasos que afirman tener éxito en el tratamiento de lo que denominan adicción sexual, aunque hay pocas pruebas clínicas que respalden estas afirmaciones.
La satriasis difiere de la hipersexualidad en un aspecto importante: La satyriasis es una condición basada en el deseo sexual excesivo, independientemente de cómo o si ese deseo es gratificado. La hipersexualidad es un grado excesivo de actividad sexual, tanto si se basa en el deseo real como en algún otro factor. Por ejemplo, un hipersexual puede mantener una actividad sexual frecuente como medio de autovalidación o para combatir la soledad, más que como medio para conseguir una gratificación sexual. La satyriasis sigue siendo en gran medida una simplificación, y hasta cierto punto una celebración, de una condición psicológica compleja.
Véase también Ninfomanía.
BIBLIOGRAFÍA
American Psychiatric Association. 1994. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. 4ª edición. Washington, DC: Autor.
Malatesta, Victor J., y Matthew S. Robinson. 1995. «Hipersexualidad y conductas sexuales impulsivas». En The Psychology of Sexual Orientation, Behavior, and Identity: A Handbook, ed. Louis Diamont y Richard D. McAnulty. Westport, CT: Greenwood Press.
Clínica Mayo. «Comportamiento sexual compulsivo». Disponible en http://www.mayoclinic.com/health/compulsive-sexual-behavior/DS00144.