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Viernes-sábado: 11am-11pm
Aproximadamente a una hora en coche al sur de San Diego a lo largo de la costa de Baja México, se encuentra lo que una vez fue un pequeño pueblo de pescadores llamado Puerto Nuevo. Durante muchos años los turistas han acudido a las casas de los pescadores locales para comer langostas del Pacífico, envueltas en tortillas de harina calientes junto con frijoles rancheros, arroz mexicano y una salsa picante de chile rojo. La mantequilla era una rareza en los primeros tiempos y era aconsejable llevar la propia. Por supuesto, las cervezas mexicanas heladas y las margaritas se utilizaban para «bajar todo».
Si se visitara Puerto Nuevo hoy en día, cincuenta años después, ya no se vería un pequeño pueblo pesquero adormecido con casas de chabolas, sino más bien restaurantes multimillonarios y casas privadas de pescadores que todavía sirven sus famosas cenas de langosta de Puerto Nuevo. Fue a principios de los años sesenta cuando mi familia y yo conocimos las langostas de Puerto Nuevo. A finales de los años setenta, después de un centenar de viajes a la «Tierra de la Langosta», me convencí de que se podía introducir un tipo de comida similar en los Estados Unidos.