Cortesía de Charlie Gitto, Jr.

El legendario restaurador de St. Louis, Charlie Gitto Sr., falleció el sábado 4 de julio tras sufrir complicaciones por un ataque al corazón.

Cuando crecía, Gitto se curtió trabajando en restaurantes y a veces tenía tres empleos a la vez. Asistió a la Escuela Secundaria Técnica de Hadley, en deferencia a las esperanzas de su padre de que se convirtiera en maquinista. En cambio, tras su graduación, se lanzó de cabeza al sector de la restauración. Gitto y su difunta esposa, Annie, comenzaron con la Pizzería Gitto’s en The Hill en 1956.

La mayor parte de San Luis empezó a conocer a Gitto a través del restaurante del centro de la ciudad, que originalmente formaba parte de The Pasta House Co, donde trabajaba Charlie. Charlie lo compró y finalmente cambió el nombre a Charlie Gitto’s Pasta House. (Charlie Gitto Jr. abrió Charlie Gitto’s on the Hill un tiempo antes). El local del Sr., ahora conocido simplemente como Charlie Gitto’s Downtown, se convirtió en un fijo en North Sixth Street.

Cortesía de Charlie Gitto’s

Si la joyería Hamilton del difunto Dorian Magwitz era «donde el público deportivo compraba», Charlie Gitto’s era donde el público deportivo comía. La proximidad al Busch Stadium atraía no sólo a los jugadores, sino también a los directivos, ojeadores y periodistas deportivos. La legendaria amistad de Gitto con Tommy Lasorda, de los Dodgers, comenzó alrededor de 1975, cuando un ojeador le habló a Lasorda del restaurante y del restaurador. Gitto y Lasorda congeniaron casi de inmediato. Lasorda incluso volvería a la ciudad en la temporada baja para hacer eventos de caridad con Gitto.

En 1982, los Cardinals se enfrentaron a los Milwaukee Brewers en la Serie Mundial. Los Redbirds ganaron en siete partidos, el primero y los dos últimos se jugaron aquí. Durante la serie, no sólo Charlie Gitto’s acogió a ocho directivos de las grandes ligas, sino que Lasorda y el inimitable Howard Cosell también hablaron del restaurante en la televisión nacional. El negocio resultante fue el regalo que siguió dando.

Gitto siempre estaba contento de hablar con la gente, pero es difícil olvidar la imagen de él sentado en el asiento del pájaro, para usar la frase de béisbol del gran locutor Red Barber. Gitto siempre, siempre tenía su asiento en la barra, como si fuera su oficina, simplemente sentado, observando tranquilamente y sin perderse nada.

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