Para entender una flor completa, es importante comprender las cuatro partes que la componen. Los sépalos son las capas exteriores que son verdes y parecidas a las hojas y que mantienen la flor unida durante el periodo de crecimiento. Los pétalos son también una capa exterior, que es colorida y parecida a una hoja, y es la parte de la flor que atrae a los insectos para la polinización. Los pistilos, la parte femenina de la flor, y los estambres, la parte masculina de la flor, son la tercera y cuarta partes integrantes. Estos cuatro órganos juntos forman una flor completa.
La flor completa sólo se encuentra en las plantas monoicas y no en las dioicas. Una planta monoica tiene flores con pistilo y estambre en una planta, lo que puede dar lugar a flores completas e incompletas. Sin embargo, una planta dioica puede tener tanto el pistilo como el estambre en una sola planta, lo que da como resultado sólo flores incompletas.
Con las partes reproductivas masculinas y femeninas en la misma flor, una flor completa favorece un proceso de polinización fácil. El viento y los pequeños insectos son los dos polinizadores más eficaces de una flor completa.