La enfermedad del beso (o mononucleosis infecciosa) es una enfermedad viral infecciosa causada por el virus de Epstein-Barr, un tipo de virus herpes que se transmite principalmente por la saliva, a través de los besos, fundamentalmente, pero también compartiendo bebidas o alimentos.
Lo cierto es que se trata de una enfermedad leve, que incluso puede pasarnos desapercibida. Sus síntomas más comunes son debilidad y cansancio, pero también puede haber fatiga, fiebre, garganta inflamada, hinchazón del hígado o incluso erupciones. La forma de detectarla es mediante un simple análisis de sangre. Actualmente no existe cura para ella.
Una vez que la persona ha sido infectada por la enfermedad del beso, tras pasar unos días con los síntomas, el virus queda almacenado durante toda la vida en el organismo, pero en modo inactivo. Es posible que el virus vuelva a reaparecer en algún momento, pero sólo si se dan características concretas que bajen nuestras defensas drásticamente, como un problema con el sistema inmunitario.
El virus de Epstein – Barr (el que provoca la enfermedad del beso) es responsable de una amplia gama de enfermedades, como el linfoma de Hodgkin y el linfoma de Burkitt. Y ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Montreal (Canadá) ha descubierto cómo éste toma el control de los mecanismos de regulación génica de nuestras células para permitir que el virus se duplique a sí mismo. El objetivo de este estudio, publicado en la revista PLOS Pathogens, es poder tratar mejor no sólo la enfermedad del beso sino también los cánceres causados por este virus.