Corgi

Mielopatía degenerativa

Términos relacionados: radiculomielopatía degenerativa, radiculomielopatía degenerativa crónica (CDRM), mielopatía degenerativa familiar (FDM).

Resumen: La mielopatía degenerativa es una enfermedad progresiva e incurable de los nervios de la médula espinal que provoca una pérdida gradual de la movilidad y de la sensibilidad en las extremidades. Los perros afectados se paralizan primero en las extremidades traseras y luego en las delanteras. La enfermedad, que parece ser bastante común en los corgis de Pembroke, no causa dolor, pero son incapaces de comportarse o funcionar normalmente, lo que probablemente tenga un impacto perjudicial en su bienestar.

Resumen de la información

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1. Breve descripción

La mielopatía degenerativa (DM) es una enfermedad mortal, crónica, progresiva y degenerativa de la médula espinal de varias razas de perros, incluido el corgi de Pembroke. No hay tratamiento para esta enfermedad y con el tiempo conduce a la parálisis completa de todas las extremidades (tetraparesia). Se suele optar por la eutanasia antes de que la enfermedad progrese hasta este estadio.

En la DM se produce una degeneración lenta y progresiva de una capa externa de tejido de la médula espinal (la materia blanca) en la sección torácica (pecho) de la columna vertebral con pérdida de mielina y axones (Shell 2008). Esta degeneración parece deberse a la presencia de cantidades excesivas de moléculas dañinas de especies reactivas de oxígeno (ERO): sustancias bioquímicas que reaccionan con los componentes de las células y los dañan, causando lesiones oxidativas o de radicales libres. En esta enfermedad se producen cantidades elevadas de ROS, debido a una mutación en el gen que codifica la producción de la enzima superóxido dismutasa-1 (SOD1), que es producida por las células para ayudar a descomponer las ROS y limitar cualquier daño que puedan causar (Awano et al 2009).

Los primeros signos de DM se observan en el corgi de Pembroke generalmente alrededor de los 11 años de edad e implican ataxia de las extremidades posteriores (balanceo al moverse). A medida que la enfermedad progresa, se produce una debilidad de las extremidades posteriores, lo que lleva a una incapacidad para estar de pie y luego a una parálisis completa de las extremidades posteriores. La mayoría de los propietarios optan por la eutanasia una vez que se ha producido una parálisis significativa o una paraplejia; sin embargo, si se deja progresar, la enfermedad ascenderá por la médula espinal hasta afectar a las patas delanteras, lo que conducirá a una tetraplejia (incapacidad para utilizar las cuatro extremidades) (Awano et al 2009).

Actualmente no existe un tratamiento eficaz para esta enfermedad o sus efectos, aunque la fisioterapia puede ayudar a algunos perros a mantener la movilidad durante más tiempo.

2. Intensidad del impacto sobre el bienestar

La DM es una enfermedad no dolorosa (Cherubini et al 2008, Shell 2008), sin embargo, el perro puede sufrir angustia por su incapacidad progresiva para moverse normalmente. Los comportamientos normales de mantenimiento, como rascarse, desplazarse cómodamente, orinar y defecar, se vuelven difíciles o imposibles a medida que la enfermedad progresa y las necesidades de cuidados aumentan rápidamente. Pueden producirse úlceras por presión y úlceras dolorosas secundarias a la parálisis de las extremidades posteriores, a menos que los propietarios tengan un cuidado escrupuloso.

3. Duración del impacto sobre el bienestar

La mielopatía degenerativa suele aparecer en los corgis de Pembroke a partir de los 9 ó 14 años de edad: la edad media es de 11 años (Coates et al 2007, Coates 2009).

Una vez que aparece la enfermedad es progresiva y mortal. Los corgis afectados suelen ser eutanasiados entre 12 y 36 meses después del diagnóstico (Coates et al 2007).

4. Número de animales afectados

En un estudio se encontró que el 1,5% de los corgis de Pembroke presentados en los hospitales de enseñanza veterinaria de EE.UU. estaban afectados (Coates et al 2007).

Investigadores de la Universidad de Missouri sugieren que una proporción relativamente alta de individuos, en razas de alto riesgo como el corgi de Pembroke, tienen el gen mutado predisponente y muchos pueden llegar a manifestar la enfermedad.

5. Diagnóstico

El diagnóstico definitivo de la DM sólo puede hacerse en la autopsia con el examen microscópico de la médula espinal (Cherubini et al 2008). Un diagnóstico tentativo de DM, mientras el perro está vivo, puede ser hecho por un cirujano veterinario a través de la eliminación de todas las otras posibles causas de los signos. Esto puede implicar procedimientos de diagnóstico que incluyan radiografías, análisis de sangre, análisis del líquido cefalorraquídeo (el líquido que rodea la médula espinal y el cerebro) y tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM).

6. Genética

Recientemente se ha identificado un gen relacionado con un riesgo muy elevado de desarrollar DM. Este gen mutado se ha clasificado como autosómico recesivo con penetrancia incompleta; esto significa que para desarrollar la enfermedad un animal tiene que haber heredado una copia del gen de cada uno de sus progenitores, pero incluso entonces puede no llegar a desarrollar los signos de la enfermedad (Awano et al 2009).

7. ¿Cómo se sabe si un animal es portador o puede verse afectado?

Ahora se pueden realizar pruebas de ADN para identificar a los animales con riesgo de desarrollar la enfermedad y a los animales portadores, que tienen una copia del gen mutado pero que no están afectados por la enfermedad. Todos los animales deben ser analizados antes de la compra y la cría.

8. Métodos y perspectivas para la eliminación del problema

Actualmente no existe ningún plan para tratar de erradicar la DM de la raza Pembroke corgi en el Reino Unido, aunque en los EE.UU. la Universidad de Missouri y la Fundación Ortopédica para los Animales ofrece una prueba para la condición.

La eliminación de un gen recesivo con penetrancia incompleta de una raza no es sencilla si su prevalencia es alta porque la eliminación de todos los animales portadores, que poseen una copia del gen, puede afectar significativamente al número de animales aptos para la cría y, por tanto, al tamaño de la reserva genética. Para evitar este problema, se recomienda la cría cuidadosa de los animales portadores con individuos sanos conocidos no portadores (Bell 2010), con la sustitución lenta de los animales de cría portadores por los no portadores con el tiempo.

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  • Efectos clínicos y patológicos
  • Intensidad del impacto sobre el bienestar
  • Duración del impacto sobre el bienestar impacto
  • Número de animales afectados
  • Diagnóstico
  • Genética
  • ¿Cómo se sabe si un animal es portador o susceptible de ser afectado?
  • Métodos y perspectivas de eliminación del problema
  • Agradecimientos

1. Efectos clínicos y patológicos

La mielopatía degenerativa es una enfermedad mortal, crónica, progresiva y degenerativa de la médula espinal, que afecta a varias razas de perros, incluido el corgi de Pembroke. Con el tiempo, conduce a la parálisis completa de todas las extremidades (tetraparesia).

Para entender el proceso de la enfermedad se necesita algún conocimiento de la anatomía de la médula espinal y del sistema nervioso. El sistema nervioso está compuesto por el sistema nervioso central -el cerebro y la médula espinal- y los nervios periféricos, que se conectan a la médula espinal en toda su extensión. El cerebro es el centro de procesamiento de la información del sistema nervioso, cuya función es análoga a la de un ordenador. Recibe mensajes de los sensores de todo el cuerpo (funciones sensoriales), procesa esta información, decide qué cambios deben producirse y, a continuación, envía mensajes a las glándulas y a los músculos para que realicen estos cambios (funciones motoras).

La función de la médula espinal es actuar como centralita, ayudando a transmitir los mensajes sensoriales del cuerpo al cerebro y los mensajes motores del cerebro al cuerpo. La médula espinal se extiende a lo largo de la columna vertebral, que la protege. La columna vertebral se divide en 5 regiones diferentes: cervical (cuello), torácica (tórax), lumbar (espalda baja), sacra (pelvis) y coccígea (cola). La médula espinal también está dividida en regiones y etiquetada de forma correspondiente.

La médula espinal se compone de dos tipos principales de tejido: materia blanca y materia gris. La materia blanca contiene los axones -fibras largas en forma de cable- de las neuronas sensoriales y motoras que transportan los impulsos nerviosos hacia o desde el cerebro; la materia gris contiene los cuerpos celulares de las neuronas. Los axones de las motoneuronas, que parten del cerebro, suelen llamarse motoneuronas superiores (UMN), y sus conexiones con los cuerpos celulares de las células nerviosas que pasan a formar los nervios periféricos se denominan motoneuronas inferiores LMN. Para aumentar la velocidad con la que los axones pueden transmitir su impulso (el mensaje eléctrico que llevan), están aislados (como los cables eléctricos de nuestras casas). La capa aislante se denomina vaina de mielina y es por su contenido en grasa por lo que los tejidos de la médula espinal que la componen parecen blancos.

En la DM se produce una degeneración lenta y progresiva de la sustancia blanca de la sección torácica de la médula espinal, con pérdida tanto de mielina como de axones (Shell 2008). También se observan estructuras anormales llamadas inclusiones citoplasmáticas dentro del tejido enfermo cuando se examina al microscopio (esto sólo puede hacerse en la autopsia) (Rusbridge sin fecha).

La degeneración del tejido de la médula espinal parece estar causada por la acción de cantidades excesivas de moléculas dañinas de especies reactivas de oxígeno (ROS): sustancias bioquímicas que reaccionan con los componentes de las células y los dañan, causando lesiones oxidativas o de radicales libres. En esta enfermedad se producen cantidades elevadas de ROS, debido a una mutación en el gen que codifica la producción de la enzima superóxido dismutasa-1 (SOD1), normalmente producida por las células para ayudar a descomponer las ROS y limitar los daños que puedan causar (Awano et al 2009). La DM en los perros es comparable a la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa progresiva de los humanos (Awano et al 2009). Antes del descubrimiento de la mutación del gen SOD1, se sugirió que las posibles causas de la DM eran genéticas, nutricionales (Averill 1973, Williams et al 1985) o inmunológicas (Barclay y Haines 1994, Waxman et al 1980).

Los primeros signos en los corgis de Pembroke suelen aparecer más tarde que en los perros de razas más grandes afectados. Suelen aparecer entre los 9 y los 14 años de edad (la edad media es de 11 años (Coates et al 2007), e implican ataxia de las extremidades posteriores (balanceo al moverse). Puede ser asimétrica (peor en el lado derecho o en el izquierdo). El perro también puede tener dificultades para levantarse y sus uñas de las extremidades posteriores pueden quedar raspadas hasta el punto de sangrar. La DM tiene un inicio insidioso (gradual) y puede ser fácilmente diagnosticada como displasia de cadera u otros problemas ortopédicos. A diferencia de muchas otras de estas condiciones, la DM parece indolora (Cherubini et al 2008). Los propietarios pueden notar que las patas traseras se cruzan cuando el perro camina. En esta fase de la enfermedad, son principalmente las UMN de la médula espinal y los nervios sensoriales los que están afectados. Los reflejos espinales, cuando se comprueban, a menudo parecen estar intactos, pero el perro parece ser incapaz de percibir exactamente dónde están las patas traseras o de colocarlas con precisión, de ahí el roce de las uñas y la marcha atáxica.

Con la progresión de la enfermedad, la pérdida de funciones motoras y los signos de disfunción de los NMI se manifiestan en las patas traseras. Éstos se manifiestan como una debilidad que lleva a la incapacidad de mantenerse en pie y a la parálisis de las extremidades posteriores. Con el tiempo, los músculos de las patas traseras se agotan. La mayoría de los propietarios optan por la eutanasia una vez que se ha producido la paraplejia; sin embargo, si se deja progresar, la enfermedad ascenderá por la médula espinal hasta afectar a las patas delanteras, lo que llevará a la tetraplejia (pérdida del uso de las cuatro extremidades) (Awano et al 2009). El ritmo de progresión de la enfermedad no suele ser uniforme, sino que se caracteriza por períodos de progresión lenta seguidos de cambios rápidos (Cherubini et al 2008). Puede producirse incontinencia urinaria y fecal (Shell 2008) y traumatismos en las uñas y en las extremidades posteriores o úlceras por presión secundarias a la paresia (pérdida o alteración del movimiento), la parálisis y la incontinencia.

Actualmente no existe ningún tratamiento eficaz (Cherubini et al 2008, Rusbridge sin fecha) aunque se ha demostrado que la fisioterapia prolonga el tiempo en que algunos perros pueden seguir siendo móviles (Kathmann et al 2006).

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2. Intensidad del impacto en el bienestar

La DM no es en sí misma una enfermedad dolorosa (Cherubini et al 2008, Shell 2008); sin embargo, los perros afectados pueden sufrir angustia al ser incapaces de funcionar o comportarse de forma normal. También pueden producirse traumatismos en las uñas y en la piel de las extremidades traseras a medida que avanza la sensibilidad y la pérdida de función. Una vez paralizados, estos perros necesitan cuidados a largo plazo que a muchos propietarios les resultan difíciles, por lo que algunos serán sacrificados. Decidir si estos perros deben ser eutanasiados o si tienen suficiente calidad de vida para justificar que se les apoye con la parálisis y la posible incontinencia es un dilema ético – algunos perros y propietarios parecen arreglárselas con éxito con «carros de extremidades traseras» que apoyan la parte trasera del perro, durante un período de tiempo.

En última instancia, cuando se rechaza la eutanasia temprana, la DM conduce a la incapacidad de llevar cualquier tipo de vida normal y, finalmente, a la muerte.

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3. Duración del impacto sobre el bienestar

La mielopatía degenerativa suele aparecer en los corgis de Pembroke a partir de los 9 ó 14 años de edad. La edad media es de 11 años(Coates et al 2007; Coates 2009).. La enfermedad es progresiva desde el principio, aunque el ritmo de progresión de la enfermedad puede no ser uniforme. La mayoría de los propietarios de corgis de Pembroke afectados optan por la eutanasia entre 12 y 36 meses después de la aparición de los signos, a menudo cuando se quedan parapléjicos (Coates et al 2007). En el estudio de Coates et al (2007), la mediana del tiempo transcurrido desde el diagnóstico hasta la eutanasia fue de 19 meses en los corgis de Pembroke, y la mediana de la edad en el momento de la eutanasia fue de 13 años.

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4. Número de animales afectados

La mielopatía degenerativa se identificó por primera vez en los GSD. Es la causa más común de disfunción progresiva de las extremidades posteriores en perros mayores de raza grande (Wheeler 1989), y al principio se pensaba que sólo afectaba a los GSD, pero ahora se sabe que no es así. Cuando se revisó la Base de Datos Médica Veterinaria Americana en el año 2000, se encontró que la prevalencia de la DM en los corgis de Pembroke era del 1,51% (Coates et al 2007 (NB: Esta base de datos considera los perros que se presentan en los hospitales veterinarios de enseñanza que contribuyen, en los EE.UU.)).

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5. Diagnóstico Diagnóstico

Un diagnóstico definitivo de DM sólo puede hacerse después de la muerte mediante el examen microscópico de la médula espinal (Cherubini et al 2008). Un diagnóstico tentativo de DM, mientras el perro está vivo, puede ser hecho por un cirujano veterinario a través de la eliminación de todas las otras posibles causas de los signos. Esto incluirá la necesidad de un examen físico y neurológico completo (examen del sistema nervioso mediante pruebas para comprobar la salud de varias vías nerviosas). También puede incluir análisis de sangre, radiografías de la columna vertebral, incluida la mielografía (radiografías tras la inyección de un colorante en el canal espinal), análisis del líquido cefalorraquídeo (el líquido que baña el cerebro y la médula espinal), TC (tomografía computarizada) y RMN (resonancia magnética), la prueba de diagnóstico más útil para obtener imágenes del cerebro y la médula espinal. El diagnóstico tentativo se hace si los resultados de todas las pruebas, incluyendo la resonancia magnética, son normales, aunque el análisis del LCR puede revelar un alto nivel de proteínas (Cherubini et al 2008).

Como la DM se ve más a menudo en los perros de edad avanzada, no es raro que tengan enfermedades concurrentes que a menudo causan anormalidades en estas pruebas y pueden complicar el proceso de diagnóstico. Por ejemplo, es relativamente común que un perro mayor tenga displasia de cadera (a la que también están predispuestos) y/u otros cambios que se muestran en las radiografías de la columna vertebral, incluyendo espondilosis deformante, espondilosis lumbosacra, espacios intervertebrales estrechos, artritis espinal y estenosis lumbosacra (Shell 2008). También es posible que la osteoartritis de las caderas o de la columna vertebral se desarrolle de forma secundaria a la DM debido a la carga desigual de peso en los miembros posteriores a medida que la enfermedad progresa (Cherubini et al 2008). Es función del veterinario decidir qué cambios diagnósticos son significativos y si el perro tiene varias enfermedades concurrentes.

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6. Genética

Recientemente se ha identificado un gen relacionado con el desarrollo de la DM en varias razas de perros, incluidos los corgis de Pembroke. Los perros que son homocigotos para el gen mutado SOD1, es decir, aquellos que tienen dos copias del gen mutado tienen un alto riesgo de desarrollar DM (Awano et al 2009). Actualmente, no todos los animales identificados con un par de los genes anormales han desarrollado la enfermedad. No se sabe si desarrollarán la enfermedad más tarde o si otros factores de riesgo desconocidos son necesarios para el desarrollo de la enfermedad en estos individuos (College of Veterinary Medicine, University of Missouri, sin fecha). Los animales con un gen anormal parecen ser portadores sanos, es decir, ellos mismos permanecen sanos pero pueden transmitir el gen anormal a la descendencia. Por lo tanto, el problema se ha clasificado como un trastorno autosómico recesivo con penetrancia incompleta, es decir, no todos los animales genéticamente afectados desarrollan la enfermedad (Awano et al 2009).

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7. ¿Cómo se sabe si un animal es portador o es probable que se vea afectado?

Ahora se pueden realizar pruebas de ADN para identificar a los animales con riesgo de desarrollar la enfermedad y a los animales portadores. Todos los animales deberían someterse a la prueba antes de la compra y la cría. Actualmente esta prueba sólo está disponible en la Universidad de Missouri y en la Fundación Ortopédica de América (OFA) en los Estados Unidos. Sin las pruebas de ADN, no se puede identificar a los individuos con riesgo de desarrollar DM en etapas posteriores de la vida.

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8. Métodos y perspectivas para la eliminación del problema

Actualmente no existe ningún plan para tratar de erradicar la DM de la raza Pembroke corgi en el Reino Unido, aunque en los EE.UU. la Universidad de Missouri y la Fundación Ortopédica para los Animales ofrece una prueba que puede identificar la condición y los individuos con alto riesgo de desarrollar la enfermedad y/o que no están afectados por la enfermedad pero pueden transmitirla (portadores). Los investigadores que desarrollaron esta prueba creen que un uso cuidadoso de la misma podría ayudar a disminuir la incidencia de la DM en las razas afectadas, aunque creen que esto debería ocurrir lentamente, a lo largo de muchas generaciones (College of Veterinary Medicine, University of Missouri, sin fecha).

La eliminación de un gen recesivo con penetrancia incompleta de una raza no es directa si su prevalencia es alta porque la eliminación de todos los animales portadores, que poseen una copia del gen, puede afectar significativamente el número de animales adecuados para criar, y por lo tanto el tamaño de la reserva genética. Se recomienda la cría cuidadosa de los animales portadores con individuos sanos conocidos no portadores (Bell 2010), con la sustitución lenta de los animales de cría portadores con los no portadores a lo largo del tiempo.

Si, como se sospecha, el gen mutado es común en los corgis de Pembroke, detener la cría de todos los animales portadores puede afectar significativamente el número de animales adecuados para la cría, y por lo tanto el tamaño de la reserva genética. La frecuencia alélica del gen anormal puede llegar al 75% en algunas razas afectadas (Johnson 2009). Esto podría conducir a una endogamia excesiva y a la aparición de otras enfermedades genéticas no deseadas (de las que hay muchas). Para evitar este problema, parece necesaria la cría cuidadosa de animales portadores con no portadores, ya sea de la propia raza o de fuera de ella. Para permitir la eliminación del gen a la vez que se minimizan los riesgos de que surjan otros problemas genéticos debido a los mayores niveles de endogamia, Bell (2010) recomienda que, con el tiempo, los criadores sustituyan lentamente los animales de cría portadores por los no portadores.

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9. Agradecimientos

UFAW agradece a Rosie Godfrey BVetMed MRCVS y a David Godfrey BVetMed FRCVS su trabajo en la recopilación de esta sección

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10. Referencias

Averill DR (1973) Degenerative myelopathy in the aging German Shepherd dog: Hallazgos clínicos y patológicos. Journal of the AmericanAnimalHospital Association 162: 1045-1051

Awano T, Johnson GS, Wade CM, Katz ML, Johnson GC, Taylor JF, Perloski M, Biagi T, Baranowska I, Long S, March PA, Olby NJ, Shelton GD, Khan S, O’Brien DP, Lindblad-Toh K y Coates JR (2009) Genome-wide association analysis reveals a SOD1 mutation in canine degenerative myelopathy that resembles amyotrophic lateral sclerosis. Proceedings of the NationalAcademy of Science 106: 2794-2799

Barclay KB and Haines DM (1994) Immunohistochemical evidence for immunoglobulin and complement deposition in spinal cord lesions in degenerative myelopathy in German shepherd dogs. Canadian Veterinary Journal of Research 58: 20-24

Bell J (2010) Genetic Testing and Genetic Counseling in Pet and Breeding Dogs World Small Animal Veterinary Association World Congress Proceedings, Geneva2-5th June 2010

Cherubini G, Lowrie M and Anderson J (2008) Pelvic limb ataxia in the older dog 1. Evaluación y condiciones no dolorosas. En la práctica 30: 386-391

Coates JR (2009) Mielopatía degenerativa – diagnóstico y tratamiento. Actas del CVC en Kansas City. http://veterinarycalendar.dvm360.com/avhc/content/printContentPopup.jsp?id=651356

Coates JR, March PA, Oglesbee M, Ruaux CG, Olby NJ, Berghaus RD, O’Brien DP, Keating JH, Johnson GS y Williams DA (2007) Clinical Characterization of a Familial Degenerative Myelopathy Pembroke Welsh Corgi Dogs Journal of Veterinary Internal Medicine 21: 1323-1331

College of Veterinary Medicine, University of Missouri (sin fecha) Degenerative Myelopathy. (En línea). Disponible en http://www.caninegeneticdiseases.net/DM/ancmntDM.htm. Consultado el 21.12.2010.

Johnson G (2009) datos no publicados del Laboratorio de Genética Molecular Animal, Universidad de Missouri. En Coates J 2009 Degenerative myelopathy – diagnosis and treatment. Actas del CVC en Kansas City. http://veterinarycalendar.dvm360.com/avhc/content/printContentPopup.jsp?id=651356.

Kathmann I, Cizinauskas S, Doherr MG, Steffen, F y Jaggy A (2006) La fisioterapia diaria controlada aumenta el tiempo de supervivencia en perros con sospecha de mielopatía degenerativa. Journal of Veterinary Internal Medicine 20: 927-32

Rusbridge C (sin fecha) Degenerative Myelopathy (On-line) disponible en http://www.veterinary-neurologist.co.uk/degenerative_myelopathy.htm. Consultado el 10.12.10

Shell L (2008) Degenerative Myelopathy (Degenerative Radiculomyelopathy). (En línea) Disponible en http://www.vin.com/Members/Associate/Associate.plx?DiseaseId=1737. Consultado el 10.12.10

Waxman FJ, Clemmons RM y Hinrichs DJ (1980) Progressive myelopathy in older German Shepherd dogs: Presencia de células supresoras circulantes. Journal of Immunology 124: 1216-1222

Wheeler S (1989) Neurological deficits in multiple limbs. En: Manual de Neurología de Pequeños Animales editor SJ Wheeler. British Small Animal Veterinary Association, Cheltenham. 175

Williams DA, Prymak C and Baugham J (1985) Tocopherol (vitamin E) status in canine degenerative myelopathy. Procedings of the American Collage of Veterinary Internal Medicine: 3 154

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