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Viajar en avión puede ser una actividad estresante. Hay turbulencias, limitaciones de equipaje, intrusiones de la seguridad aeroportuaria y el miedo exagerado a los accidentes de avión. Por si estas molestias no fueran suficientes, una vez que el pasajero llega por fin a su puerta de embarque, se enfrenta a la posibilidad de ser «bumped», es decir, de no poder ocupar el asiento que compró porque el vuelo estaba sobrevendido. ¿Por qué las compañías aéreas sobrevenden sus vuelos? En otras palabras, ¿por qué venden más plazas en el avión que las que hay?

La respuesta breve es económica: las aerolíneas quieren asegurarse de que cada vuelo esté lo más lleno posible para maximizar sus beneficios. La razón por la que las aerolíneas suelen sobrevender sus asientos es para recuperar los costes en los que incurre la aerolínea por las cancelaciones de asientos y por los viajeros que no se presentan a tomar el vuelo. (En cualquier vuelo, un cierto número de asientos previamente asignados quedan vacíos justo antes de la salida). Los asientos vacíos no son rentables, por lo que el overbooking permite a la aerolínea asegurarse de que todos los asientos del avión le reportan dinero. La «tasa de no presentación», que ayuda a las aerolíneas a determinar cuántos billetes adicionales deben vender, se determina a partir de los datos de vuelos anteriores que conectan los mismos puntos. Por ejemplo, si los datos de la mayoría de los vuelos de una aerolínea de Phoenix a Houston indican que cinco pasajeros no se presentan al vuelo, la aerolínea venderá cinco billetes adicionales. Estos cálculos no son perfectos, y a veces se presentan más personas que asientos en el avión, lo que obliga a los pasajeros expulsados y a la aerolínea a llegar a un acuerdo (como volver a reservar en un vuelo posterior o remunerar con vales de viaje o dinero en efectivo) antes de que el vuelo pueda salir.

El proceso de sobrerreserva también se dice que beneficia a las personas que compran billetes de última hora. Si un vuelo tiene asientos extra disponibles antes de que el vuelo salga, éstos pueden venderse a precios reducidos, lo que permite a la aerolínea obtener algunos de los ingresos que de otro modo habría perdido. Sin embargo, no todos los asientos son iguales. Los pasajeros de las clases turista y business de un vuelo son los que más se despiden. Las aerolíneas rara vez deciden arriesgarse a la ira de los que viajan en primera clase, porque los asientos de primera clase son los que producen más ingresos por vuelo. Además, los pasajeros frecuentes, los que facturan antes del vuelo y aquellos cuyo itinerario de viaje aéreo se vería más alterado si se produjera un retraso tienen más influencia en estas situaciones que el viajero ocasional o el que se presenta justo antes de la hora de salida.

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