LA DEMANDA

El uso habitual de inhibidores de la bomba de protones (IBP) -fármacos como Nexium y Prilosec, utilizados para tratar la acidez estomacal, la enfermedad por reflujo gastroesofágico o las úlceras pépticas- puede causar o acelerar la demencia en personas mayores.

Los hechos

La relación directa entre el uso de IBP y la demencia sigue sin demostrarse, pero la asociación es plausible y justifica una mayor investigación dada la naturaleza debilitante de la demencia y la falta de tratamientos eficaces para ella.

Los detalles

Como se informó ampliamente en los medios de comunicación en febrero, investigadores alemanes descubrieron una posible relación entre el uso de IBP y la demencia. El equipo del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas y de otros lugares analizó los registros de reclamaciones del seguro médico de decenas de miles de personas mayores, obtenidos de un gran proveedor del seguro médico nacional obligatorio en Alemania. Examinaron las prescripciones y los diagnósticos de enfermedades de 73.679 personas que tenían 75 años o más cuando se inició el estudio en 2004. El grupo incluía a 2.950 participantes a los que se les habían recetado IBP de forma rutinaria y a 70.729 que no habían utilizado dichos fármacos.

En el transcurso de siete años, 29.510 participantes desarrollaron alguna forma de deterioro cognitivo, que iba desde la demencia no especificada hasta la enfermedad de Alzheimer. Tras ajustar la edad, el sexo, las afecciones potencialmente relacionadas, como el ictus o la depresión, y el uso de otros medicamentos recetados, el equipo descubrió que los diagnósticos de demencia eran más frecuentes en los individuos con prescripciones regulares de IBP. Por término medio, los participantes que habían recetado un IBP al menos una vez cada tres meses tenían más de un 40 por ciento de probabilidades de desarrollar demencia que sus homólogos sin IBP, según el artículo publicado en febrero en la revista JAMA Neurology.

Los resultados son potencialmente preocupantes si se tiene en cuenta el número de ancianos que toman IBP (estudios recientes estiman que más de una cuarta parte de los residentes en residencias de ancianos de EE.UU. los utilizan) y los efectos devastadores y difíciles de tratar de la demencia, dice el investigador de epidemiología de la Universidad de Pittsburgh Lewis Kuller, que no participó en el estudio. En un editorial relacionado en el mismo número, Kuller estimó que en Alemania podrían producirse miles de casos de demencia que, de otro modo, podrían evitarse, suponiendo que el riesgo notificado en el estudio sea exacto, aunque sólo el 3% de los ancianos del país utilicen IBP.

Las cautelas

Es difícil probar o refutar la relación propuesta entre los IBP y la demencia utilizando un estudio de observación. Por ejemplo, los investigadores no disponían de información que pudiera ofrecer una explicación alternativa al deterioro cognitivo de los individuos, incluido el riesgo genético de padecer Alzheimer, explica la investigadora principal, Britta Haenisch. Las personas con otros factores de riesgo de demencia, como el tabaquismo o el consumo de alcohol, también pueden ser más propensas a utilizar IBP, y estos factores de estilo de vida no formaban parte de los datos. El equipo tampoco pudo ajustar la educación, que puede afectar a los diagnósticos de demencia.

Haenisch y sus colegas abordaron algunas de estas cuestiones en un estudio más pequeño de 2015 en el que se realizó un seguimiento exhaustivo de 3.327 personas, y en el que se descubrió un aumento de casi el 40 por ciento del riesgo de demencia en los usuarios de IBP de edad avanzada. Junto con estudios anteriores que muestran un salto en los niveles de la proteína beta-amiloide, un marcador revelador del Alzheimer, en los cerebros de los ratones tratados con IBP, Kuller dice que no podemos despreciar los hallazgos del último trabajo.

«No conocemos la causa , no entendemos realmente ningún tratamiento específico, causa mucha discapacidad, y tenemos un medicamento que es muy ampliamente utilizado», dice Kuller. «Así que hay que ser más conservador de lo normal». Eso podría significar no sólo la planificación de estudios más específicos, sino también la precaución a la hora de recetar los fármacos a los pacientes de más edad.

Cómo podrían afectar los IBP al cerebro

Los IBP reducen la acidez estomacal al disminuir la actividad de una enzima que transporta iones cargados a través de pequeñas puertas -las llamadas bombas de protones- en la superficie de las células que recubren el estómago. Los expertos afirman que, dado que se ha demostrado que al menos algunos IBP atraviesan la barrera hematoencefálica, pueden tener efectos imprevistos sobre enzimas similares en el cerebro. Las células de apoyo neuronal llamadas microglía dependen de orgánulos que contienen ácido para degradar las proteínas no deseadas; la inhibición de la producción de ácido podría perjudicar la capacidad de las células para romper los ovillos de proteínas que se cree que están relacionados con la demencia.

Otras enzimas relacionadas con las proteínas beta-amiloides también podrían verse afectadas por los fármacos en el cerebro. Dadas estas vías plausibles, explica Haenisch, los fármacos pueden contribuir inadvertidamente a la acumulación de proteínas no saludables. Los estudios realizados con ratones tratados con IBP han confirmado que sus cerebros contienen mayores niveles de proteínas beta-amiloides. Y Haenisch señala otra conexión más sencilla: El uso de IBP se ha relacionado con una menor disponibilidad de vitamina B12, que a su vez se ha implicado en el deterioro cognitivo.-A.A.

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