Una escena inicial establece la pobreza en el distrito. Un casting para figurantes dibuja una fila de aspirantes que se pierde de vista. Uno de ellos es Daniel (Juan Carlos Aduviri), un trabajador que protesta cuando las audiciones se interrumpen. Sebastián acaba por darle un papel importante y descubre que, en la vida real, Daniel es el líder de una revuelta local contra la privatización de los recursos hídricos locales. Una empresa californiana ha comprado los derechos de la tierra y planea cobrar a los indios por el agua de sus propios pozos.
Mi memoria se agitó inquietantemente en mi interior. La película de James Bond «Quantum of Solace» (2008) implicaba un plan para acaparar el suministro de agua de Bolivia, y esto me parecía ridículo («¡Ohooo! ¡Nooo!», escribí). Un lector me informó de que, en efecto, existía ese plan, y que en Cochabamba, la Bechtel Corp. perdió su lucha por cobrar a los lugareños por el agua. «Hasta la lluvia» se ha rodado en Cochabamba, está basada en ese hecho real y en lugar de James Bond tiene a Daniel como figura de Cristo.
La dinámica personal de una localización cinematográfica puede ser complicada. En este caso, Sebastián se enfrenta no sólo a un actor local con vocación de cruzado, sino también a un protagonista alcohólico y a un productor tacaño. Costa está obsesionado con ahorrar dinero, Sebastián se considera más humanitario, pero es Costa quien finalmente se humaniza con la situación de los trabajadores. Se encariña con la dulce hijita de Daniel, y cuando las fuerzas locales intervienen para reprimir las manifestaciones, la niña resulta herida, y Costa ve de repente las cosas bajo una luz diferente. Esto no es absolutamente convincente y depende demasiado de una carrera a través de las calles destrozadas por los disturbios, pero proporciona un recurso argumental para explicar el redescubrimiento de la conciencia de Costa.
La actuación de Luis Tosar como productor es segura y sólida. Gael García Bernal, como el director, es apocado y no está claramente definido, pero eso está en la naturaleza del personaje. La película es valiente al plantear las preguntas que hace, aunque al final busqué en vano un crédito que dijera: «Ningún extra fue mal pagado en la realización de esta película».»