La mayoría de nosotros entendemos ahora que nuestra forma de vida en este planeta tiene que cambiar si la humanidad va a sobrevivir – nos enfrentamos a una serie de retos que amenazan nuestra propia existencia. Puede ser fácil desanimarse y tener ganas de encogerse de hombros y preguntarse qué podemos hacer como individuos.
La permacultura ofrece un rayo de esperanza, un camino hacia adelante. Ofrece a todo el mundo la oportunidad de formar parte de la transición hacia un futuro más ecológico, ético y sostenible.
¿Qué es la permacultura?
La permacultura es un plan para la forma en que vivimos nuestras vidas – es más que una filosofía seca y polvorienta. Va más allá de la teoría y nos ofrece una serie de soluciones prácticas que podemos utilizar en todos los ámbitos de nuestra vida.
La permacultura era originalmente una palabra formada por las dos palabras «permanente» y «agricultura». Pero ahora el alcance es más amplio, y la permacultura se define más a menudo como «cultura permanente».
Los principios de la permacultura nos permiten crear una cultura que pueda perdurar y prosperar durante generaciones. En su núcleo hay tres principios muy sencillos, o éticos:
– Cuidar el planeta.
– Cuidar a las personas.
– Reparto justo. (Lo que también implica devolver los excedentes al sistema.)
La permacultura surgió de un movimiento de agricultura sostenible -desarrollado originalmente por Bill Mollison y David Holmgren en Australia en la década de 1970- y desde entonces ha crecido hasta convertirse en un movimiento global, inspirando a la gente a involucrarse y crear un cambio positivo en todo el mundo.
Los doce principios de la permacultura
Créditos de las imágenes:
La permacultura nos ofrece una serie de soluciones prácticas para un mundo mejor. Estos principios se utilizan sobre todo en relación con los sistemas de cultivo de alimentos, pero también pueden utilizarse para guiarnos en todos los aspectos de nuestra vida.
Para ayudarnos a entender cómo la permacultura nos conduce a un modo de vida más ético y sostenible, es útil consultar una lista de doce principios de diseño propuestos por David Holmgren:
Observar e interactuar
Ser observador y responder a lo que vemos es realmente importante para avanzar hacia un modo de vida más ético y sostenible.
Podemos aprender de la naturaleza, y de otras personas, observando cómo otros han avanzado hacia un enfoque más ecológico y ético, y trabajando con el mundo que nos rodea para tener éxito en nuestros objetivos.
Capturar y almacenar energía
Créditos de la imagen: Dan Fleming
La energía es abundante en nuestro planeta. Aprender a capturar y almacenar esa energía -en plantas, con infraestructura de energía renovable, o de otras maneras- es clave para vivir un modo de vida sostenible.
Cultivar tus propios alimentos en casa es una gran manera de capturar y almacenar energía de nuestro sol. El diseño solar pasivo también ofrece oportunidades para que los arquitectos, ingenieros y diseñadores hagan un mayor uso de esta abundante fuente de energía.
Obtener un rendimiento
Tomando en cuenta las tres éticas fundamentales de la permacultura, podemos trabajar con la naturaleza para obtener todo lo que necesitamos. Obtener un rendimiento puede ser tan sencillo como utilizar técnicas de jardinería ecológica para proporcionar alimentos a nuestras familias, pero también puede tratarse de obtener un rendimiento no tangible: felicidad, salud… o bienestar mental.
Llevar un estilo de vida sostenible que se ciña a los principios de la permacultura puede permitirnos obtener todo tipo de rendimientos más intangibles, además de los tangibles obvios.
Aplicar la autorregulación y la retroalimentación
Comprender dónde hemos tenido éxito y dónde nos hemos equivocado es de vital importancia para crear un cambio real y duradero. Por ejemplo, analizando y evaluando todas las cosas que introducimos en nuestros hogares, podemos tomar mejores decisiones de compra de cara al futuro: reducir, reutilizar, reciclar y regular nuestras peores tendencias consumistas.
Utilizar y valorar las energías renovables
Créditos de la imagen: Guillaume Beaulieu
Utilizando la energía del sol, el viento o el agua, podemos alimentar nuestros hogares, cultivar nuestros alimentos y regenerar nuestros entornos.
En lugar de depender de combustibles fósiles finitos y contaminantes, deberíamos aprovechar al máximo las fuentes de energía renovables: por ejemplo, cambiar a un proveedor de energía verde -o incluso generar nuestra propia energía con paneles solares u otra infraestructura renovable en casa- es algo que muchos de nosotros podemos hacer para pasar a un modo de vida más sostenible.
No producir residuos
Créditos de la imagen: The Late Knight
Avanzar hacia un estilo de vida de residuo cero significa analizar toda la basura que tiramos y tratar de eliminarla. Podemos hacerlo reduciendo la cantidad que compramos, comprando de forma inteligente, reutilizando o reciclando siempre que sea posible, compostando y trabajando con empresas éticas que tengan en cuenta los residuos a lo largo de todo el ciclo de vida de sus productos.
Diseñar desde los patrones hasta los detalles
Ya sea diseñando un nuevo huerto, o todo un nuevo estilo de vida sostenible, tenemos que mirar el panorama general antes de quedarnos atascados en los pequeños detalles.
Pensar de forma integral, en todos los ámbitos de nuestra vida, puede ayudarnos a avanzar en una dirección positiva.
Integrar, no segregar
Las plantas funcionan bien en sistemas diversos; lo mismo ocurre con las personas. La plantación de policultivos (gremios de plantas que trabajan juntos) es sólo un ejemplo de cómo funciona este principio en el mundo real.
Y además de aplicarlo en el jardín, también podemos aplicarlo a comunidades, grupos u organizaciones. La sostenibilidad es algo que logramos juntos, a través de la colaboración y la cooperación, no es algo que hagamos solos.
Usa soluciones pequeñas y lentas
Todo viaje comienza con un solo paso. Cuando tratamos de hacer demasiado y demasiado pronto, es fácil sentirse abrumado – y aunque los grandes cambios pueden traer grandes beneficios, también traen mayores riesgos. La mejor manera de avanzar hacia un cambio sostenible es hacer cambios pequeños y graduales.
Por ejemplo, no empieces a cultivar una granja, prueba con un pequeño huerto en el alféizar de la ventana. No revise toda su filosofía de compra: cambie las cosas de una en una.
Use y valore la diversidad
Así como los ecosistemas funcionan mejor cuando están llenos de una mayor variedad de plantas y animales diferentes, la sociedad humana funciona mejor cuando está representada una variedad de personas diferentes.
En tu jardín, en tu casa y en tu vida en general, es una buena idea promover y valorar la diversidad en todas sus formas.
Usa los bordes y valora lo marginal
La sostenibilidad consiste en aprovechar todos los recursos que tenemos a nuestra disposición. Tanto si hablamos del uso de la tierra, los lugares de trabajo, los hogares o la sociedad en general, aprovechar todo lo que tenemos implica valorar los márgenes y los elementos marginales.
Esto puede ser tan sencillo como utilizar un rincón descuidado de tu espacio exterior para cultivar más alimentos, o algo más abstracto, como pensar fuera de la caja.
Utilizar y responder al cambio de forma creativa
Por último, el cambio es una parte inevitable de la vida. Es importante recordar que la permacultura no es sólo sobre el ahora, sino sobre el futuro. Diseñamos para el cambio, entendiendo que las cosas se alterarán con el tiempo. Las estaciones cambiantes, las actitudes cambiantes, nuestro clima cambiante… la forma en que respondamos a estos cambios dará forma al progreso sostenible en los años venideros.
Estos principios son un punto de partida para entender la permacultura, y pueden empezar a darnos una idea de cómo podemos trasladar el pensamiento a la acción, y la transición a una forma de vida más ética -y verdaderamente sostenible.
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