Larry E. Robinson, Ph.D. y Stuart Reeves, Ph.D., ARCS, Scientific Affairs

Introducción

El sistema inmunitario es clave para la salud humana y se define como «el sistema corporal que protege al cuerpo de sustancias, células y tejidos extraños…» Cuando está desequilibrado, el sistema inmunitario no sólo no protege al cuerpo, sino que incluso puede atacarlo, confundiendo las células «propias» con patógenos invasores, lo que da lugar a enfermedades autoinmunes debilitantes como el lupus y la artritis reumatoide. Las alergias pueden producirse cuando el sistema inmunitario confunde una partícula inocua (como el polen) con un parásito invasor. Además, años de inflamación crónica de bajo nivel, otro indicador de un sistema inmunitario desequilibrado, pueden contribuir a enfermedades como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. El sistema inmunitario también es muy sensible a las tensiones de la vida normal; los viajes, los problemas personales, el ejercicio extenuante y los cambios en la dieta pueden causar desequilibrios en el sistema inmunitario y afectar a la salud en general.

Generalmente se describe el sistema inmunitario como un sistema que tiene dos partes: las respuestas inmunitarias innatas y las adaptativas. El sistema innato es el más primitivo (sin embargo, desde una perspectiva evolutiva es bastante complejo y sofisticado) y menos específico. Es la primera línea de defensa del cuerpo contra las sustancias extrañas que pueden provocar enfermedades.

El sistema adaptativo, que sólo se encuentra en los vertebrados, es una respuesta mucho más específica y retardada y requiere la acción del sistema innato para iniciarse. Aunque se consideran separados, cada uno interactúa con el otro de forma crítica y compleja. Una comprensión rudimentaria de ambas respuestas ayuda a explicar y corroborar la importancia del equilibrio inmunitario.

Respuestas inmunitarias innatas

El sistema innato consta de muchas partes. Incluye barreras físicas a la infección, como la piel y las membranas mucosas. Además, hay barreras químicas, como los entornos ácidos que matan las células o impiden su crecimiento, y enzimas, como la lisozima que se encuentra en las lágrimas, que destruyen las células bacterianas. El sistema del complemento, que es un grupo de proteínas séricas, es también una parte importante de la inmunidad innata que puede matar a los patógenos directamente (lisis) o marcarlos (opsonización) para su posterior destrucción (fagocitosis) por parte de determinadas células inmunitarias. Estas células inmunitarias, denominadas fagocitos, son también una parte integral de la respuesta innata que actúa internalizando y matando a los patógenos. Es importante destacar que estas mismas células también son capaces de producir proteínas de señalización química llamadas citoquinas y quimiocinas que tienen efectos importantes tanto en el sistema innato como en el adaptativo.
Las células asesinas naturales (NK) son otra parte importante del sistema innato. Estas células son capaces de atacar y eliminar eficazmente las células infectadas por virus, así como las células tumorales. La respuesta colectiva del sistema innato da lugar a la inflamación en el lugar de la infección. Se trata de un ejemplo de inflamación «buena», que promueve la activación de los fagocitos y las células NK (potenciando su capacidad para eliminar los patógenos) y los transporta al lugar de la infección. El sistema innato es mucho más vasto y complicado de lo descrito, pero lo anterior da una indicación de cómo funciona el sistema innato.

Respuestas inmunitarias adaptativas

La respuesta adaptativa es una respuesta retardada y depende del sistema innato para su activación. Aunque inicialmente es una respuesta retardada, el sistema adaptativo tiene memoria, y la segunda vez que el organismo se expone al mismo patógeno, la respuesta es casi inmediata. Las principales células de la respuesta adaptativa son los linfocitos T y los linfocitos B. La mayoría de las células T son linfocitos T citotóxicos (CTL) o células T auxiliares (células TH). Los CTL pueden reconocer células infectadas por virus y matarlas. Las células TH sirven para activar otras células del sistema inmunitario mediante la producción de citoquinas. Éstas pueden ayudar a promover una respuesta inflamatoria (apoyando la inmunidad innata) y también pueden apoyar una respuesta adaptativa mediante la activación de las células B.
Hay que tener en cuenta que existen diferentes subconjuntos de células TH, su clasificación depende de los tipos de citoquinas secretadas. Los principales subconjuntos incluyen las células TH1, las células TH2 y las células TREG. Por ejemplo, cuando dominan las células TH1, el cuerpo es más capaz de defenderse contra las bacterias y los virus, y cuando dominan las células TH2, las células son más capaces de defenderse contra las infecciones parasitarias y de las mucosas. Un sistema inmunitario bien equilibrado reconocerá y dará la respuesta adecuada a un desafío inmunitario.
Las células B producen anticuerpos (inmunoglobulinas). Son proteínas muy específicas para un antígeno concreto (una molécula o parte de una molécula). Cuando el anticuerpo se une al antígeno de un patógeno, éste puede ser destruido. Para ser eficaces, las células T y B deben interactuar primero con el antígeno específico. Hay varios tipos de anticuerpos expresados por las células B. El tipo de anticuerpo producido está influenciado por las citocinas.

Equilibrio inmunitario

Un sistema inmunitario poco activo o debilitado expondrá al organismo a una mayor susceptibilidad a las infecciones y enfermedades. Muchas cosas pueden debilitar el sistema inmunitario, incluido el estrés físico o emocional cotidiano (Segerstrom y Miller, 2004). Las infecciones bacterianas secundarias son posibles durante los resfriados de origen viral, ya que el sistema inmunitario puede verse comprometido por ciertos virus. Los agentes biológicos pueden dañar el sistema inmunitario al eliminar las células T helper (también llamadas células CD4). La luz ultravioleta puede suprimir el sistema inmunitario, lo que provoca una mayor susceptibilidad a los cánceres (Moodycliffe et al., 2000).
Hay una gran cantidad de productos farmacéuticos y nutracéuticos desarrollados y vendidos como reforzadores del sistema inmunitario. En general, se cree que el sistema inmunitario no debe permanecer en un estado constante de estimulación como el que se produciría con un uso prolongado y diario. Al hablar de la necesidad de «lograr el inmunobalance», en un artículo reciente Percival y Milner afirmaban: «Al reducir el riesgo de cáncer con el uso excesivo de suplementos, puede haber consecuencias negativas». Así, es concebible que, mientras que el riesgo de cáncer puede reducirse, el riesgo de otras enfermedades puede aumentar; por ejemplo, las células T sobreestimuladas pueden aumentar la patología asociada a la enfermedad inflamatoria intestinal» (Percival y Milner, 2005). Lógicamente, esta preocupación puede extenderse a los enfermos de alergias, enfermedades autoinmunes y otras afecciones inflamatorias.
El otro lado de la ecuación del equilibrio inmunitario es un sistema inmunitario hiperactivo o hiperreactivo. Las personas que padecen enfermedades autoinmunes, inflamatorias y alergias pueden beneficiarse de la supresión de su respuesta inmunitaria hiperactiva. Un sistema inmunitario disfuncional (hiperactivo) puede provocar alergias al confundir sustancias ambientales inofensivas, como el polen, con un parásito atacante. En este caso, una respuesta TH2 estimulada podría hacer que las células B aumentaran la producción de anticuerpos (IgE) y provocaran una respuesta alérgica al interactuar con los mastocitos, los basófilos y los eosinófilos, que a su vez liberan histamina provocando la reacción alérgica (y la necesidad de productos antihistamínicos de venta libre).
¿Por qué el sistema inmunitario se vuelve hiperactivo y provoca alergias? Una teoría ampliamente aceptada es la llamada «hipótesis de la higiene». Básicamente, esta afirma que las personas que crecen en el entorno limpio de hoy en día no están expuestas a los microorganismos como lo estaban en décadas pasadas (y todavía lo están en las naciones del tercer mundo, donde las alergias son mucho más raras). Por lo tanto, sus sistemas inmunitarios no han sido debidamente entrenados, lo que les permite estimularse de forma inadecuada cuando son adultos. Como se afirma en un artículo reciente, «la inducción de una red reguladora antiinflamatoria robusta mediante un desafío inmunológico persistente ofrece una explicación unificadora para la asociación inversa observada de muchas infecciones con trastornos alérgicos» (Yazdanbakhsh et al., 2002).
Mucho peor, un sistema inmunológico disfuncional podría reconocer las células «propias» como células extrañas e iniciar un ataque. Esto daría lugar a una enfermedad autoinmune. Las enfermedades autoinmunes, a veces denominadas enfermedades inflamatorias, también están causadas por un sistema inmunitario hiperactivo y desequilibrado. Por ejemplo, cuando el sistema inmunitario ataca las articulaciones del cuerpo, el resultado es la artritis reumatoide (AR). Los fármacos inmunosupresores son tratamientos estándar para la AR, pero pueden producir efectos secundarios no deseados. Los esteroides antiinflamatorios suelen recetarse para tratar enfermedades como el asma, la artritis y la psoriasis.
Desgraciadamente, se sabe que el uso a largo plazo de corticoesteroides produce complicaciones como cataratas, aumento de peso, aumento del colesterol y huesos frágiles. Incluso las alergias graves pueden necesitar un tratamiento a largo plazo con corticosteroides intranasales, aunque las complicaciones potenciales y su gravedad no son tan significativas.
Por lo tanto, es necesario equilibrar el sistema inmunitario; no potenciarlo ni suprimirlo. Los productos naturales tienen la posibilidad de mantener el equilibrio en individuos sanos. Desgraciadamente, las afirmaciones e investigaciones de casi todos los productos naturales se centran únicamente en el refuerzo del sistema inmunitario.
El producto totalmente natural, EpiCor, fabricado por Embria Health Sciences, LLC, ha demostrado clínicamente que equilibra la respuesta del sistema inmunitario. Varios estudios publicados muestran la capacidad de EpiCor para ayudar a mantener el equilibrio del sistema inmunitario. En dos ensayos clínicos aleatorios en humanos, doblemente ciegos y controlados con placebo, EpiCor redujo la incidencia y la duración de los síntomas del resfriado y la gripe (Moyad et al., 2008 y Moyad et al., 2010). Para demostrar el equilibrio, el mismo producto demostró en un posterior ensayo aleatorio doble ciego controlado con placebo que también reducía ciertos síntomas asociados a las alergias estacionales (Moyad et al, 2009). Por último, se demostró que EpiCor reduce la inflamación en dos modelos animales bien establecidos (Evans et al, 2012). Por lo tanto, dado que se ha demostrado que EpiCor favorece las defensas inmunitarias y reduce las respuestas inmunitarias inadecuadas (incluido el exceso de inflamación), puede decirse que es un verdadero producto de equilibrio inmunitario.
En resumen, mantener el sistema inmunitario en equilibrio es crucial para mantener la salud. El sistema inmunitario es muy complejo y hay que procurar que se mantenga en equilibrio. Lo ideal es llevar un estilo de vida saludable. El objetivo debe ser una dieta rica en verduras, frutas y cereales integrales, y baja en carne roja y alimentos procesados. Esto debería combinarse con ejercicio regular, reducción del estrés y, para aquellos que no tienen una dieta óptima, suplementos nutricionales que incluyan un multivitamínico y EpiCor.

Moodycliffe, A.M., Nghiem, D., Clydesdale, G., y Ullrich, S.E. (2000), Immune suppression and skin cancer development: Regulation by NKT cells, nature immunology, v. 1, p. 521-525
Percival, S.S. y Milner, J.A. (2005), Opportunities for research in immunonutrition, Journal of Nutrition, v. 135, p. 2921S-2923S
Segerstrom, S.C. y Miller, G.E. (2004), Psychological stress and the human immune system: A meta-analytic study of 30 years of inquiry, Psychological Bulletin , v. 130, n. 4, p. 601-630
Yazdanbakhsh, M., Kremsner, P.G., and van Ree, R. (2002), Allergy, parasites, and the hygiene hypothesis, Science, v. 296, n. 5567, p. 490-494
Moyad, M.A., Robinson, L.E., Kittelsrud, J.M., Reeves, S.G., Weaver, S.E., Guzman, A.I., y Bubak, M.E. (2009), Un producto inmunogénico de fermentación a base de levadura reduce la congestión nasal inducida por la rinitis alérgica: A randomized, double-blind, placebo-controlled trial, Advances in Therapy, v. 26, p. 795-804
Moyad, M.A., Robinson, L.E., Zawada, Jr. E.T., Kittelsrud, J.M., Chen, D.G., Reeves, S.G., y Weaver, S.E., Effects of a modified yeast supplement on cold/flu symptoms, (2008), Journal of Urologic Nursing, v. 28, p. 50-55
Moyad, M.A., Robinson, L.E., Zawada, Jr, E.T., Kittelsrud, J.M., Chen, D.G., Reeves, S.G. y Weaver, S.E. (2010), Fermento inmunogénico a base de levadura para los síntomas del resfriado/gripe en personas no vacunadas, Journal of Alternative and Complementary Medicine, v. 16, p. 213-218
Evans, M., Reeves, S.G. y Robinson, L.E. (2012) Un fermentado de levadura seca previene y reduce la inflamación en dos modelos inmunológicos experimentales distintos, Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine, v. 2012 , Article ID 973041

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