Los registros policiales, judiciales y penitenciarios revelan que el artista ha creado una historia ficticia que sirve como ancla narrativa para sus historias grabadas de aislamiento, violencia, desdicha y arrepentimiento. Akon ha sobredimensionado su biografía con el tipo de dureza y amenaza que, al parecer, cree que los consumidores de música desean de sus estrellas del hip-hop.
Aunque los antecedentes penales del artista incluyen media docena de arrestos, Akon sólo ha sido condenado por un delito grave, por posesión de armas. Ese caso de 1998 en Nueva Jersey terminó con una declaración de culpabilidad, por la que el cantante fue condenado a tres años de libertad condicional. Otra redada de 1998, ésta en los suburbios de Atlanta, ha sido aprovechada por Akon y transformada en el gran caso que supuestamente le envió a la cárcel (gracias a sus compinches soplones) durante tres años llenos de peleas. En realidad, Akon fue detenido por posesión de un único BMW robado y estuvo en la cárcel del condado de DeKalb durante varios meses antes de que los fiscales retiraran todos los cargos contra él.
Así que no hubo condena. No hubo pena de prisión entre 1999 y 2002. Y nunca se «enfrentó a 75 años», como afirmó el cantante en una entrevista grabada en vídeo.
Las historias inventadas de Akon parecen formar parte de un plan de marketing cínico, pero que ha tenido un éxito notable. Pocas entrevistas de prensa concluyen sin que se le pregunte a Akon por sus hazañas delictivas y sus días en la cárcel.