Como resultado de una amplia investigación sobre el alcohol realizada tanto en humanos como en animales, es posible predecir una alcoholemia, dados los datos pertinentes. Además, es posible estimar la cantidad de alcohol consumida a partir de una tasa de alcoholemia determinada. Hay que tener cuidado con estas predicciones, ya que ciertos factores afectarán a la estimación final. La absorción del alcohol está influida por el contenido y la motilidad gastrointestinal, así como por la composición y la cantidad de la bebida alcohólica. La vascularidad de los tejidos influye en la distribución del alcohol, y su contenido en agua determinará la cantidad de alcohol presente tras el equilibrio. La eliminación del alcohol comienza inmediatamente después de la absorción. La tasa de eliminación varía según los individuos, pero oscila entre el 0,015% y el 0,020% por hora, con una media de 0,018% por hora. Además de estos factores, la tasa de alcoholemia dependerá del peso del sujeto, del porcentaje de alcohol en la bebida y del ritmo de consumo. El principal efecto del alcohol en el organismo se produce en el sistema nervioso central. Su efecto depresivo consiste en el deterioro de las funciones sensoriales, motoras y de aprendizaje. Cuando se combina con algunas otras drogas, se produce un estado de mayor intoxicación. La contaminación de las muestras de sangre antemortem recogidas para el análisis de alcohol es mínima cuando se realiza el frotado con un antiséptico etanólico con la técnica clínica habitual; se ha demostrado que un frotado descuidado aumenta la determinación de la tasa de alcoholemia de forma significativa. El contenido alcohólico de la sangre utilizada para la transfusión no contribuye significativamente a la tasa de alcoholemia del receptor, ya que se produce una amplia dilución; tampoco contribuye significativamente el alcohol presente en los medicamentos inyectables. Aunque son muchos los factores que pueden alterar la concentración de alcohol presente en las muestras de autopsia, la síntesis postmortem del alcohol es la que recibe más atención. Los microorganismos que causan la producción de etanol postmortem pueden inhibirse añadiendo un conservante a las muestras y almacenándolas bajo refrigeración. Si hay putrefacción, se recomienda que, además de la sangre, se recojan varias muestras diferentes y se analicen para detectar la presencia de alcohol. Las muestras de sangre antemortem que contengan etanol, recogidas con tubos y técnicas estériles, pueden analizarse hasta 14 días después con una certeza razonable de que el nivel de etanol refleja el que estaba presente en el momento de la recogida.