El término adicto al trabajo se refiere a varios tipos de patrones de comportamiento, teniendo cada uno su propia valoración. Por ejemplo, la adicción al trabajo es utilizada a veces por personas que desean expresar su devoción a la propia carrera en términos positivos. El «trabajo» en cuestión suele asociarse a un empleo remunerado, pero también puede referirse a actividades independientes como el deporte, la música, el arte y la ciencia. Sin embargo, el término se utiliza más a menudo para referirse a un patrón de comportamiento negativo que se caracteriza popularmente por dedicar una cantidad excesiva de tiempo a trabajar, una compulsión interna a trabajar duro y un descuido de la familia y otras relaciones sociales.
Los investigadores han descubierto que, en muchos casos, la actividad incesante relacionada con el trabajo continúa incluso después de afectar a las relaciones y la salud física del sujeto. Se cree que las causas son la ansiedad, la baja autoestima y los problemas de intimidad. Además, los adictos al trabajo suelen tener una incapacidad para delegar las tareas laborales en otros y tienden a obtener puntuaciones altas en rasgos de personalidad como el neuroticismo, el perfeccionismo y la concienciación.
El psicólogo clínico Bryan E. Robinson identifica dos ejes para los adictos al trabajo: la iniciación y la finalización del trabajo. Asocia el comportamiento de procrastinación tanto con los «adictos al trabajo saboreando» (aquellos con baja iniciación del trabajo/baja finalización del trabajo) como con los «adictos al trabajo con déficit de atención» (aquellos con alta iniciación del trabajo y baja finalización del trabajo), en contraste con los adictos al trabajo «bulímicos» e «implacables» – ambos con alta finalización del trabajo.
La adicción al trabajo en Japón se considera un grave problema social que conduce a la muerte temprana, a menudo en el trabajo, un fenómeno apodado karōshi. El exceso de trabajo fue culpado popularmente de la apoplejía mortal del primer ministro de Japón, Keizō Obuchi, en el año 2000. La muerte por exceso de trabajo no es un fenómeno exclusivamente japonés; en 2013, un becario del Bank of America en Londres murió después de trabajar durante 72 horas seguidas.
Los adictos al trabajo tienden a ser menos eficaces que otros trabajadores porque tienen dificultades para trabajar en equipo, problemas para delegar o confiar en los compañeros o problemas de organización debido a que asumen demasiado trabajo a la vez. Además, los adictos al trabajo suelen sufrir privación de sueño, lo que provoca un deterioro de la función cerebral y cognitiva.