¿Cuántas veces te han dicho: «¡Nunca te rindas!» o «¡A nadie le gustan los que se rinden!»? Cuántas veces has escuchado historias inspiradoras que dicen algo así: «Fulana se enfrentó a innumerables contratiempos, pero siguió luchando todo el tiempo» o «El Sr. A y la Sra. B tuvieron sus problemas, pero nunca abandonaron su relación, incluso cuando la vida se puso difícil»? Supongo que su respuesta es del tipo «Más veces de las que puedo recordar». Nuestra cultura romantiza la perseverancia, y con razón: La perseverancia es una gran cualidad. Muchas cosas asombrosas de nuestro mundo nunca se habrían inventado, y muchas grandes personas nunca habrían encontrado el éxito, si no se hubieran seguido levantando cada vez que los derribaban.
¿Pero sabes qué? A veces, rendirse es exactamente lo que debemos hacer. Nos enseñan a perseverar, pase lo que pase, pero a veces esa perseverancia -esa falta de voluntad o incapacidad para soltar- nos impide avanzar, encontrar la felicidad, adaptarnos a las bolas curvas que nos lanza la vida. Todos nos enfrentaremos a muchas situaciones vitales diferentes que nos exigen que elijamos seguir intentándolo o abandonar: objetivos profesionales, sueños artísticos, relaciones románticas, relaciones con la familia y los amigos, el deseo de tener hijos… la lista es interminable. A veces, seguir esforzándose será la decisión correcta. Pero otras veces no lo será. Abandonar no siempre te convierte en una mala persona, o en un fracaso, o en un desertor, o en cualquier cosa mala que te hayas dicho. A veces rendirse significa que eres alguien lo suficientemente maduro como para saber cuándo cortar por lo sano y seguir adelante, alguien que tiene la valentía de proteger su salud mental, alguien que está dispuesto a asumir el riesgo de cambiar de rumbo.
Sólo tú puedes hacerte las preguntas difíciles sobre tu actual trayectoria vital, pero, para empezar, aquí tienes 8 ocasiones en las que está absolutamente bien ser una persona que abandona:
Cuando sabes en tu corazón que no va a funcionar.
La dolorosa verdad es que algunos sueños no se hacen realidad. Algunas relaciones nunca serán saludables. Algunas personas nunca te amarán como necesitas ser amado. Así es la vida. Pregúntate, honesta y seriamente, «¿Es éste un objetivo que puede funcionar?». Si, por ejemplo, te estás cuestionando si deberías intentar mantener una relación sentimental que está pasando por una mala racha, piensa si tu pareja -tal y como es- podrá darte alguna vez lo que quieres. Si tu respuesta es «Esta relación será genial, una vez que mi pareja tenga un trasplante completo de personalidad», entonces es el momento de dejarlo ir y encontrar a otra persona.
Cuando ya no quieres esa cosa (o persona).
Podemos llegar a estar tan definidos por nuestras metas que es fácil darlas por sentadas, pensar simplemente: «Bueno, por supuesto, quiero eso porque siempre lo he querido». Tómate un tiempo para pensar en ti mismo ahora. ¿Es ese sueño algo que todavía te habla de manera profunda? ¿O simplemente estás cumpliendo el sueño?
Cuando la persecución de tu objetivo te hace muy, muy infeliz.
Los sueños son maravillosos, pero no debemos sacrificar nuestra felicidad diaria por la esperanza de la felicidad en un futuro lejano. ¿Eres feliz mientras persigues tu objetivo? Si, por ejemplo, eres un artista principiante que intenta ganarse la vida, piensa si el proceso en sí mismo -el trabajo que estás haciendo para conseguir tu objetivo- es satisfactorio en sí mismo. Si lo es, sigue adelante. Pero si no lo es, tienes que pensar en lo que realmente quieres. Hay muchos tópicos que dicen: «Lo importante es el viaje, no el destino», y son tópicos por una razón. Si el viaje te hace sentir miserable, el destino no vale la pena.
Cuando la única razón por la que no has dejado de fumar es porque te preocupa lo que pensarán los demás.
Cuando te encuentras rehuyendo la idea de dejar de fumar, ¿qué es lo que te asusta? ¿Te preocupa principalmente defraudar a los demás? No puedes sacrificar tu vida para hacer felices a los demás. Deja que los demás se ocupen de ellos y haz lo que tengas que hacer para encontrar la felicidad.
Cuando la única razón por la que te mantienes es porque no sabes quién eres sin ella (o sin él o ella).
Cuando has estado luchando por un sueño o trabajando para mantener una relación durante años y años, es fácil perder de vista quién eres fuera de esa búsqueda o esa relación. La idea de renunciar a algo que has mantenido tan cerca de ti puede ser aterradora. Después de todo, ¿quién eres si no estás con esa persona? ¿O si no persigues esa ambición? Pero tienes que recordarte a ti mismo que eres una persona completa, independientemente de las decisiones que tomes. Si te rindes, al principio sentirás una pérdida, pero, con el tiempo, nuevos deseos y nuevas relaciones vendrán a llenar ese espacio vacío.
Cuando perseguir este camino, o seguir con esta persona, te impide ir por un camino que te haría más feliz.
La vida es una cosa extraña y retorcida, llena de posibilidades y cambios. Si aferrarte a tus armas te está impidiendo estar abierto a todas las posibilidades que la vida te ofrece, entonces tal vez sea el momento de… despegarte. Aunque tu objetivo original sea un buen objetivo, no es el único que existe. Si puedes vislumbrar la felicidad yendo en una dirección diferente, está bien hacer ese cambio.
Cuando tu incapacidad para lograr tu objetivo te está haciendo odiarte a ti mismo.
Seguir un sueño a largo plazo no va a ser de corazones y rosas todo el tiempo, pero no debería destrozar tu sentido del yo. Si tratar de cumplir tu sueño te hace sentir un fracaso, o te llena de vergüenza porque no puedes hacerlo realidad, entonces es el momento de parar. Reconoce que sólo eres un ser humano y que no tienes el poder de someter el mundo a tu voluntad ni de cambiar a los demás. Permítete seguir adelante y encontrar algo que te llene, en lugar de destrozarte.
Cuando la idea de renunciar te inunda de alivio.
¿La primera sensación que tienes cuando contemplas la posibilidad de dejar tu trabajo, abandonar tu relación o renunciar a un sueño es una profunda sensación de alivio? Tómate en serio esa respuesta. Si, después de despojarse de toda la preocupación y la ansiedad que conlleva cualquier cambio importante en la vida, lo único que siente es un enorme peso que se quita de encima, ahí tiene la respuesta. Sé una persona que renuncia y lleva ese nombre con orgullo. A veces es la mejor decisión de vida que puedes tomar.